Capítulo 17: Vistos

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— ¿Y bien? — Cuestionó Dib después de sacar una paleta de su boca, como Zim había pedido, consiguió dulces para ambos

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— ¿Y bien? — Cuestionó Dib después de sacar una paleta de su boca, como Zim había pedido, consiguió dulces para ambos.

— ¿Me quedaré en tu casa entonces? — Reiteró leyendo el libro de matemáticas, al que en realidad había agarrado un gusto, era al primero que le entendía en su totalidad.

— Mientras te 'curo', y a cambio, me dejarás estudiarte, ¿verdad? — Repasó para ver qué todo esté en orden.

— Si. . . — Gruñó ante el último enunciado. — Iré esta tarde al salir de la escuela, ¿cierto?

— Si, tú irás por lo que creas necesario a tu casa, mientras, yo. . . No sé, ¿le avisaré a Gaz? — Zim abrió los ojos sorpresivo, había olvidado que tendrían compañía.

— Tienes unidades fraternales, ¿verdad?

— Familiares, Zim.

— Es lo mismo — Respondió desinteresado

— Si tanto quieres 'ser normal', di las cosas como se dicen normalmente. Es lógica — Exclamó volviendo a meter el caramelo a su boca, Zim lo vio con cierta arrogancia, pero bien sabía que lo que le decía era cierto.

— Tus. . . familiares no serán un problema, ¿verdad?

— Ya sea para fortuna o despecho mío, no se meten mucho en lo que hago. Ellos no serán un problema mientras tú no lo seas.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Clamó con molestia.

— Que quiero que te comportes. No haré esto porque te quiera en mi casa o algo así, sino que me interesa saber qué mierda pasa en tu cuerpo. — Espetó con firmeza, aunque al volver a saborear su caramelo a Zim se le cruzó una idea tanto juguetona como persuasiva

— Eso no es del todo cierto — Se sentó más cerca de sí y dejó de lado el libro, Dib dejó el suyo ante la curiosidad de escuchar al contrario.

— ¿Porqué crees eso?

— Se te ocurrió tu condición después de aceptar, ¿me ibas a ayudar desinteresadamente? — Cuestionó más cerca de su rostro.

— Tal vez Zim, pero el querer de estudiarte ha estado presente desde siempre.

— Que convenenciero

— ¿Acaso tú no? — Volvió a voltear a verlo, notando que ya estaba muy cerca de su rostro, y aún así no se alejaba. — Agh, Zim. Ahorita no.

El último mencionado amplió su sonrisa, se sentía tan victorioso, pero aún no acababa.

— Dijiste que debía hacerlo hasta que me cansara. — Dijo en un tono un poco embriagante. — Y yo no estoy para nada cansado de eso. — Expuso apoyando su palma en la pierna contraria, haciendo más íntima la cercanía.

Dib no hacía más que dejar que todo pasase, mientras era víctima del temblar del nerviosismo y el erizar de todo su cuerpo.

Abrió la boca, confiando en que podría controlar al Irken, sin embargo ninguna palabra convincente se le venía a la mente como para pronunciarla.

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