Capitulo 31: Padre

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Había sido un mal día para que su hermana se quedara hasta tarde en el arcade.

O tal vez lo malo había sido retar a una Irken tan salvaje.

Al menos así la percibía ahora, cuando la realidad no era que Tak fuera más temperamental que Zim, sino que se había acostumbrado a los tratos privilegiados del único Irken con el que convivía en su día a día, olvidándose por completo de todas las veces en que Zim estuvo a punto de hacerle cosas incluso aún peor.

Entró a su casa con una enorme incomodidad, había caminado desde la base hasta su hogar tomando su hombro derecho con el izquierdo, así esperaba que cuando tuviera que abrir la puerta no doliera tanto.

Dió pasó y gritó el nombre de su hermana, quien no contestó ni mucho menos bajó.

En la esperanza de que ésta solamente lo estuviera ignorando continuó gritando más fuerte, cayendo en su sofá, tal vez tratando de colar su propia frustración en aquellos alzados de voz.

Por el contrario, llegó el robot cocinero que había estado bastante ausente en su vida, que al verlo reaccionó rápidamente y cuestionó si quería que llamara a su padre.

El azabache respondió rápidamente que no quería interrumpir, siendo esto tanto cierto como mentira, además de esta excusa, simplemente no había mantenido buena relación con él como para explicarle que una garra alienígena lo había atravesado, aunque no le creyeran.

Sin embargo el dolor era insoportable y morder su labio para tratar de aguantar no era ni buena idea ni solucionaría en nada sus heridad, además no podría quedarse sentado y ya, sin lugar a dudas perdía sangre y necesitaba atención.

Miró a su alrededor con esperanza de que entrara su hermana y lo ayudara en lugar de su padre, se ahorraría una mentira.

Pero en vez de eso tenía un angustiado robot a su lado que lo veía con preocupación, al igual que a un refutado científico a su disposición que hacía y deshacía con el cuerpo humano como si de hacerse un sándwich tratara.

Soltó el aire de sus pulmones y le pidió a FOODIO que fuera en busca de su padre. El conjunto de mecanismos fue inmediatamente hacia la planta más baja y explicó rápido que su hijo mayor necesitaba urgentemente su ayuda.

Dib escuchaba murmullos por todo su alrededor, no podía reconocer certeramente lo que el chef le había comunicado, ni lo que su padre había respondido, pero escuchó los pasos firmes de éste último dirigiéndose a su ubicación actual.

Cerró los ojos con inquietud y claramente sintió cuando su progenitor se encontraba a lado suyo, obligándolo a abrir sus ojos ante la exclamación del contrario. . .

— ¡Dib! ¡Dime qué sigues vivo! — Se enderezó un poco al sentir las manos de su padre, tanto por la resonancia como porque lo tomó de aquella zona afectada, removiéndose violentamente como un reflejo.

El mayor retiró las manos y pudo observar que ya estaban empapadas de sangre, agrandó sus ojos y actuó con rapidez.

Cómo todo el buen, atento y preocupado padre que era, tenía un botiquín de primeros auxilios en su sala desde el primer minuto de vida de su hijo.

Lo acercó e identificó la herida, solamente había notado que le dolía que tomara de sus hombros.
Se acercó y vió como en ambos brazos tenía dos marcas, una encima de la otra, se preguntó cómo o qué había provocado tal lesión, pero primero debía encargarse de que dejara de derramar sangre.

Le pidió y ayudó a su hijo a quitarse la gabardina y a alzar con cuidado las mangas de su camisa; remojó una gasa en agua limpia que FOODIO le había llevado por intuición propia; pasó la tela por ambos pares de orificios, esperando a que el sangrado disminuyera; sucedido ésto, prosiguió a limpiar la sangre que ya se estaba acumulando, logrando visualizar un poco el hecho de que tenía profundidad la herida, pero ahora no podía meter un lente por el hombro de su hijo, estaba ansioso y quería ponerlo a salvo lo mas pronto posible.

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