Capítulo 38: Días

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Cuatro semanas eran las que habría de ser privado el mundo de la asistencia, actividad y vida de cierto Irken chiquito; ya había sido cumplido la mayor parte de tal castigo

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Cuatro semanas eran las que habría de ser privado el mundo de la asistencia, actividad y vida de cierto Irken chiquito; ya había sido cumplido la mayor parte de tal castigo.

Una semana y media era la que se debía de esperar el suelo para volver a ser pisoteado por esas botas de leve tacón negro, el aire no recordaba las partículas de sus gritos y el simple espacio no era llenado con su volumen, pero, a pesar de estás innecesarias metáforas, había alguien que de verdad le extrañaba, precisamente: Dib.

Éste último había pensado que con tomarse un día libre sería suficiente para aguantar el resto del mes estudiando, y consideró que haber hablado con su padre tal vez le daría una especie de motivación, que equivocado que estaba.

Por más entusiasmo que intentara formular a su cabeza, no podía disfrazar ni mucho menos esfumar lo que realmente quería, o más bien, no quería.

No le entusiasmaba mucho ir a ese instituto, sin embargo noche con noche hablaba consigo mismo para tratar de darse ánimos.

Irás a una de las mejores escuelas de todo el mundo, tendrás perfectas ofertas de trabajo, ¡capaz y ni me preocuparé por eso! Tendré dinero y éxito. . . — Silenciaba — ¿no?

Las oraciones y firmeza caían con los pocos segundos, desviaba la mirada con lástima, sabía que nada de eso le brindaría felicidad, sabía que no quería terminar como su padre, basta ya, vamos.

Pero en ese momento veía muy difícil echar atrás o a perder todo lo que ya tenía, ese año debía entrar al siguiente nivel educativo sí o sí, aún le quedaba tiempo para investigar de otras alternativas, pero abarcar aproximadamente cuatro meses estudiando por disposición de su progenitor. . .

Si lo veía así hasta él se amargaba.

Solo comenzó a notar que ya llevaba varios días en que después de horas de leer sin comprender nada sólo derramaba lágrimas, las secaba, intentaba volver a leer, pero explotaba y se dedicaba a dormir después, jurando que al día siguiente sí que estudiaría, parecía que ni se acordaba que había llorado de estrés la noche pasada.

[ • 🕳️ • ]

Zim por fin abría los ojos sin que estos estuvieran plagados de lágrimas, sudor o inclusive rasguños propios.

Parpadeaba encandilado por los rayos que entraban a su nave.
Aunque en realidad casi ni había.

La luz del día se colaba por la ventana de su segundo piso, que de igual manera hacía lo imposible por traspasar el parabrisas del voot, siendo muy tenue la intensidad de la luminosidad que llegaba hacia sus retinas.

Se acostumbro a estas pocas partículas y empezó a rodear su alrededor con la mirada.

Un momento. . .

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