Llegaron al pequeño taller de Zim, dónde guardaba variados objetos, entre ellos piezas destruidas del enorme robot que se le fue entregado por equivocación
Dib recordaba la noche que le fue interrumpida con aquella máquina, y que debió de haberse quedado con una pieza para estudiarla.
— Puedes demostrar tu fascinación humano — Vanaglorió Zim retirando el pak de su espalda
— No es tanta como para mostrarla
Respondió viendo los orificios que el extraterrestre llevaba en su espalda, notando que técnicamente tenía incrustado una pieza de tecnología en su cuerpo, seguramente debió doler
— ¿Cómo te pusieron tu pak? — El Irken lo vio, extrañado por la pregunta
Recordó el día en que nació, en que perforaron su espalda con tres pequeños taladros, que le causaron un efímero pellizco que le quemó, su cerebro recibió todo lo que el pak le podía ofrecer
Regresó al presente y se pensó la respuesta unos segundos
— No lo entenderías, humano — Éste suspiró y prefirió no insistir
Zim conectó la pequeña mochila a un alambre e inmediatamente se proyectó una base de datos, todo lo que el pak guardaba.
Dib ojeó con curiosidad, observando como cada columna era abierta por las ordenes de Zim, quien pasaba de archivo en archivos como si fuesen páginas, desesperado por encontrar algo verdaderamente fuera de lo común
Cuando sientes algo diferente en ti, esperas que sea un problema, puesto que todo problema tiene una solución, esperas todo menos algo desconocido.
El humano recargó su brazo en el escritorio, apoyando su cabeza en su mano atento a los movimientos del más bajo, cuestionandose el porqué de acompañarlo cuando a lo que fue era a conocer la razón de su ausencia, ahora estaba haciéndole compañía, y ninguno decía nada al respecto; en la actitud de Zim, parecía como si la presencia del otro fuera tan normal como para permitir que lo siguiera y mostrarle la información de su base de datos, era como si no estuviera ahí, aunque él supiese que no era así.
El alienígena paró en un apartado relacionado con su energía. Era una barra rellenada con un color verde, mostrando que estaba todo en orden, no era como que estuviera cansado, sin embargo paró su vista, colocándose en la misma posición que su compañero, contemplando su energía.
El de cabellos negros notó su parar y dirigió la mirada a Zim, contemplándolo apacible, muy tranquilo, casi como una estatua.— ¿Pasa algo con eso? — Se atrevió a preguntar.
El Irken se tomó unos segundos más observando, pestañeó lentamente, y volteó su mirada, inexpresivo, con sus ojos muy abiertos, intimidando al humano. A los segundos cambió su expresión a una más dudosa
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Basoexia
FanfictionHay una razón por la que en Irk está muy mal visto las muestras de afecto, pareciendo inclusive ilegal. Y es que toda raza que prueba algo excitantemente prohibido por primera vez, deseará repetirlo hasta el momento de la muerte. Esto puede implicar...