CAPÍTULO 52. MIRTO

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Lan Xichen permaneció como centinela a las afueras de la habitación donde Jiang Cheng estaba. Hubiera deseado estar con él a su lado pero, al no poder hacerlo, esperaba que al menos con su música y presencia, su amado se sintiera acompañado. Esa mañana en particular había amanecido más fría que otras. Por el intenso entrenamiento que había llevado en Gusu, no le eran ajenas las largas horas de meditación o aquellos momentos donde tenía que permanecer por horas en cierta postura, por eso no sentía el cansancio, aunque cuando Jiang Yanli lo vio, se impresionó con su expresión sombría, nada que ver con aquel hombre que había conocido años atrás.

—Zewu-jun... —lo llamó con ternura— ¿Qué haces aquí? ¿Permaneciste toda la noche afuera? —Tomó su mano que estaba demasiado fría—. ¡Estás helado! Te hará daño.

El Líder Lan solo volteó a verla y sonrió sin mucho ánimo. —Estoy bien.

—Por ahora, pero puedes enfermar —acarició su mano—. Ven conmigo para que comas algo caliente y te arropes adecuadamente.

—Pero... yo quiero estar aquí.

Ella se mordió el labio tratando de no llorar porque el miedo e incertidumbre que Lan Xichen sentía, ella las vivía en carne propia. Tomó aire y apretó el agarre de su mano.

—Lo sé, también me gustaría quedarme aquí pero por el momento no podemos hacer mucho. Nosotros debemos permanecer fuertes por él, quizá después nos necesite, entonces podremos ayudar, pero eso solo será posible si descansamos, si comemos bien... si tratamos de estar tranquilos.

—Lo siento tanto. No me estoy comportando a la altura de lo que soy —apretó la mano de Jiang Yanli también—. Estoy tan asustado... y me siento tan egoísta por solo pensar en lo que sería de mí si algo le pasa.

—Yo te entiendo, no tienes porque disculparte. Si Zixuan estuviera ahí dentro, también yo pensaría en mí, en A-Ling, en qué sería de nosotros si se fuera de nuestro lado —lo vio a los ojos—. Estaría igual o peor que tú. Sé cuánto amas a A-Cheng, puedo verlo en tus ojos y estoy tan agradecida de que él esté con alguien como tú. También sé que harías todo lo posible por verlo bien, pero él también desea que tú estés bien, te ama de la misma manera, y si se entera que estás siendo tan descuidado...

—Va a partirme las piernas —dijo con una risillas triste mientras se limpiaba un par de lágrimas de su mejilla—. De acuerdo, vamos a comer algo.

Ya más tranquila, ella le sonrió. Juntos caminaron hasta las habitaciones de Jiang Yanli, esa mañana también se les unió en el desayuno Jin Zixuan y Wei Wuxian, pero no había mucho ánimo como para tener un momento ameno. Cuando terminaron, Wei Wuxian acompañó a Lan Xichen a su habitación para que descansara. Más tarde podrían seguir investigando sobre el ataque.

Jin Ling balbuceaba en los brazos de su padre y alzaba sus manecitas para intentar tomar la campanilla de Yunmeng que Jin Zixuan sostenía entre sus dedos

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Jin Ling balbuceaba en los brazos de su padre y alzaba sus manecitas para intentar tomar la campanilla de Yunmeng que Jin Zixuan sostenía entre sus dedos. Para Jiang Yanli ese tipo de imágenes eran las que le traían algo de paz en esos momentos de penumbra. Desde siempre había querido formar una familia cuya base fuera el amor y la confianza mutuas, y casarse con el amor de su vida, sin duda había sido un excelente comienzo para cumplir sus anhelos. Su unión le había traído bendiciones abundantes, la más significativa: su hijo. Para él deseaba que se sintiera amado, acompañado y que junto a su esposo lo educaran bajo los preceptos que le harían un hombre de bien y que los llenaría de orgullo. Tenía todo lo que había soñado. Al ver a su esposo siendo amoroso con su hijo, su corazón repiqueteaba henchido de satisfacción.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora