CAPÍTULO 4. LILA.

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Por un instante se desconcertó ante la invitación de Lan Xichen. Preguntar a dónde lo llevaría era inapropiado al tratarse de un superior, mucho más negarse sin tener una verdadera razón para hacerlo. Aceptó la mano que le ofrecía para ponerse de pie y en silencio comenzaron a caminar uno al lado del otro.

Ya llevaban casi cuarenta minutos caminando sin hablar una palabra, eso sobrepasaba por mucho los nervios de Jiang Cheng.

—Zewu-jun, disculpe pero me gustaría saber a dónde vamos y qué haremos —comentó bajo la suposición de que irían en alguna tarea especial.

—No puedo decir mucho, pero tenga por seguro que no es peligroso.

—Entiendo. —Siguieron caminando por un rato más, contemplando la panorámica de Gusu. Creyendo que era mejor generar algún tema de conversación, se animó a preguntar—: ¿Le fue bien en su viaje?

Lan Xichen asintió con su característica sonrisa. —Mejor de lo que esperaba.

—Me da gusto que haya tenido éxito. —Al recibir una respuesta tan escueta no le pareció prudente indagar más; suspiró al ya no tener otro motivo para seguir charlando. Tampoco quería tocar el tema de Wei Wuxian porque además de tristeza, le apenaba tener que explicar el vergonzoso motivo de su partida.

Como si Lan Xichen leyera los pensamientos de su joven acompañante, lo vio de reojo antes de comenzar a hablar. —Regresé el día de ayer y me enteré lo que pasó con el joven amo Wei.

Agachó la cabeza mientras apretaba los nudillos —No sé qué decir. Supongo que fue una decisión tomada por el maestro Lan y mi padre. Ellos deben haber creído que era un trato justo dada la situación.

—A mi no me lo pareció. —El tono de Lan Xichen era firme sin llegar a parecer que estaba molesto. Jiang Cheng levantó la vista para verlo; le sorprendía que manifestara su desacuerdo.

—¿Entonces qué hubiera hecho usted?

—Disciplinar a ambas partes. No creo que el amo Wei haya reaccionado de esa manera solo porque sí. Sabemos de su ímpetu, pero no lo considero del tipo violento e irracional.

—¿Quiere decir que usted también habría castigado a Jin Zixuan?

—No lo llamaría castigo, porque eso sería correspondiente a una falta muy grave y no me parece que ninguno de ellos se merezca algo tan drástico. Una advertencia y alguna otra medida disciplinaria hubiera bastado.

Jiang Cheng pateó una piedra en el camino, lamentando que el primer maestro Lan no hubiera estado para ayudar a su hermano.

—Es injusto y ridículo que solo Wei Wuxian haya sido expulsado, como si hubiera hecho algo realmente grave e irreversible. Me parece que el maestro Lan Qiren se equivocó al dejarse guiar por la antipatía que le tiene.

Al darse cuenta estaba hablando no solo de uno de los mejores maestros de la secta Lan, sino también de su tío, se detuvo para hacer una reverencia —Disculpe mi atrevimiento. No estoy en posición de juzgar las decisiones de mis superiores, ni hablar de esa manera. Le ofrezco mis disculpas.

Lan Xichen le ayudó a recuperar su postura para así poder verlo a los ojos —Usted es quien debe disculpar a mi tío. Y a mí...

—¿A usted? ¿Por qué? —Lo vio con una expresión de extrañeza, mientras luchaba para no esquivar la mirada de Zewu-jun.

—Por no haber estado aquí. De estar presente, habría hecho todo lo posible para evitar una medida tan drástica o al menos procurar que las consecuencias fueran para ambos—. Su voz dejaba ver un verdadero pesar.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora