CAPÍTULO 64. MARGARITA

2.7K 441 306
                                    


Jiang Cheng se paseaba lentamente por el Yashi. Estaba nervioso pues era el primer encuentro después de la ceremonia matrimonial. Sabía que él sería capaz de mantener la situación bajo los estrictos protocolos de una reunión de líder a líder, pero dudaba mucho que Lan Xichen lograra permanecer sereno durante toda la visita. A veces podría ser increíblemente imprudente o poco discreto. Esperaba que no fuera el caso ese día.

Al momento en que el Líder Lan cruzó la puerta, Jiang Cheng saludó, frunciendo el ceño con curiosidad al ver al pequeño que venía en los brazos de su esposo. Parecía que el niño le tenía mucha confianza pues no solo estaba tranquilo sino que su rostro estaba adornado con una sincera sonrisa.

—Líder Lan.

—Líder Jiang. —Hizo una reverencia y este comportamiento fue imitado por Lan Jingyi. Aprobando el gesto, Lan Xichen le sonrió—. Te presento a Lan Jingyi. Luego te contaré parte de su historia.

Esta vez Jiang Cheng sonrió complacido por los buenos modales y la simpatía del niño. —Mucho gusto, joven Lan Jingyi. Yo soy Jiang Wanyin, líder de Yunmeng Jiang.

Lan Jingyi abrió los ojos impresionado, como si comprendiera que estaba frente a una persona importante, como una celebridad. Se removió tan solo un poco, eso le daba la señal a Lan Xichen de que quería bajarse. Cuando al fin sus pies tocaron el suelo, se quedó frente a Jiang Cheng y lo vio fijamente sin siquiera parpadear.

—¿Qué pasa? —preguntó entre dientes— ¿Hay algún problema? ¿Por qué me ve tanto?

—Momento, está tratando de conocerte —respondió Lan Xichen divertido.

No muy convencido por la respuesta, el Líder Jiang se quedó muy quieto. Por experiencia sabía que los niños no solían simpatizar con él desde el principio, suponía que se debía a su expresión seria, pero no podía poner otra cara cuando no sabía cómo actuar ante los menores. Sin embargo, tras la primera impresión, los niños no se querían despegar de él hasta que sus padres se retiraban. Estaba a punto de desviar la mirada cuando pasó lo que menos esperaba: Lan Jingyi alzó sus pequeños brazos y sonrió.

—¡¿Qui-Quiere que lo cargue?

—Así es. Significa que le caes bien y quiere conocerte más.

Con algo de duda, se agachó despacio para cargar al pequeño Lan, que de inmediato se abrazó a su cuello. Ahora él era quien abría los ojos sorprendido, era extraño pero muy agradable que un pequeño reconociera en él una persona de confianza; de hecho, se sentía conmovido y sonrió de medio lado.

—Ven, vamos a sentarnos. Ya todo está listo para comer algunos bocadillos —lo invitó Lan Xichen que no dejaba de sonreír.

Todavía desconcertado, Jiang Cheng se sentó dejando al niño sobre sus piernas —Ahmmm... ¿Y ahora? —Levantó una ceja—. ¡Oye, tonto! ¿Por qué quieres reírte?

—Para nada —Lan Xichen movió ambas manos para negar—. Solo que me parece tierno que A-Yi te haya tratado tal como a mí la primera vez que nos vimos. Es un niño muy alegre, ya lo irás conociendo.

No le increpó nada porque el pequeño veía un par de postres y mordiéndose los labios susurró—: Líder Jiang, ¿puedo comer uno de esos? S-Se parecen a los que me hacía mi mamá.

—Claro. Espera —alcanzó uno de los dulces que quería y se lo dio en las manos—. Aquí tienes.

Lan Jingyi sonrió y comenzó a comer sin perder esa expresión. De vez en cuando recargaba la cabeza sobre el pecho de Jiang Cheng mientras seguía masticando. Todo esto lo veía el Líder Lan con complacencia, pues le gustaba que el niño ampliara su círculo de confianza. Ante todo, quería que jamás volviera sentirse solo.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora