CAPÍTULO 15. CIRUELO.

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Lan Xichen estaba guardando sus pertenencias en un bolso que Yanli le obsequió. Los libros que había sacado del Receso de las Nubes estaban bien resguardados en su qiankun, por lo que no tenía que preocuparse por eso. Suspiró al guardar la última de sus prendas. Desde la charla con el heredero Jiang, se había sentido inquieto porque había visto con sus propios ojos la crueldad de la secta Wen, así que temía por la vida de su hermano. En caso que este se presentara al adiestramiento, era probable que la intención no fuera atentar contra su vida pero en definitiva le harían pasar un mal rato. También estaba en juego la seguridad de Jiang Cheng, y aunque en parte le tranquilizaba que no estuviera solo, no estaba muy seguro de que la compañía de Wei Wuxian fuera de mucha ayuda porque ambos tenían la peculiaridad de no quedarse callados ante las injusticias o bien hacer algo que provocara la ira de algún Wen. Durante los siguientes días, tendría menos paz que nunca, pero intentaría mantener la calma y así no aumentar las preocupaciones de Jiang Yanli, porque seguro ella compartía el mismo desasosiego por el destino de sus hermanos. Si pudiera ser más honesto con ella podrían intercambiar aflicciones y darse algo de consuelo, pero la naturaleza de su atracción por Jiang Cheng le obligaba a permanecer en silencio, aparentando que su interés solo se debía a una buena amistad.

Antes de cerrar el bolso, volvió a quitarse la cinta de la frente pues era una señal que podía delatarlo con facilidad. La observó entre sus manos, la acarició tan solo con la yema de los dedos y sonrió al recordar que el heredero Jiang la había sujetado por unos instantes; ese gesto había significado tanto para él que el recuerdo le aceleraba el corazón. Suspiró antes de besar la cinta y guardarla.

Cuando Jiang Cheng llegó a la habitación, todo estaba listo para que lo llevara al embracadero de donde saldría la barca. —¿Está listo? A-Jie ya está cerca del muelle, y mi padre ha sido muy cuidadoso en dar las órdenes para que nadie lo vea mientras vamos para allá.

Lo vio por un instante, sintiendo ganas de abrazarlo por un largo rato antes que tener que salir de la habitación que le había servido como refugio. Jamás imaginó estar lejos del Receso de las Nubes por tanto tiempo y por una causa así, pero menos había imaginado sentirse tan seguro y protegido lejos del lugar donde se había criado. Asintió, aferrándose al bolso entre sus manos. —Joven amo Jiang, estoy muy agradecido por todo lo que han hecho por mí. Sobre todo usted que ha puesto en riesgo su vida por ir a buscarme. Sé que piensa que no le debo nada, pero yo me sentiré en deuda hasta el final de mis días.

—Zewu-jun, por favor. Ya le dije que usted no me debe nada.

—Espere... —le interrumpió el primer maestro Lan— Hay algo más que quiero pedirle.

—Claro, lo que sea —dijo Jiang Cheng con toda seguridad, mientras Lan Xichen tomaba una de sus manos, haciendo que se sintiera nervioso como tantas veces juntos.

—Prometame que nos volveremos a ver.

El corazón del heredero Jiang se aceleró, provocando un adorable sonrojo en sus mejillas. —L-lo prometo. No veremos otra vez. Por favor cuídese mucho, yo haré lo que me corresponde.

Ambos hicieron una profunda reverencia y salieron de la habitación. Mientras caminaban ninguno de los dos se atrevió a decir palabra alguna, no tanto por llamar la atención de alguien que por descuido anduviera cerca, sino porque se sentían compungidos al tener que separarse, y aunque lo hubieran prometido, sin la certeza de saber si volverían a verse. Despedirse con solo un par de palabras y una insulsa reverencia no era satisfactorio para ninguno.

En el muelle estaban todos reunidos, incluida Madam Yu; era la primera vez que Lan Xichen la veía desde su llegada a Muelle de Loto. Pudo entender de dónde venía el aura intimidante de Jiang Cheng porque su madre la emanaba de una manera más palpable, incluso atemorizante. Saludó con una reverencia, sintiendo algo de tensión entre los que ya estaban en el muelle. Le hubiera gustado decir algo más pero no consideró que fuera el momento, en cambio permaneció muy cerca de Jiang Cheng.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora