CAPÍTULO 38. GARDENIA

3.4K 526 370
                                    


Esa sonrisa que Lan Xichen había presenciado mientras Jiang Cheng sostenía entre sus manos la delicada cinta cuando eran niños, era la misma que ahora tenía al tomar a uno de los cachorros. En muchos aspectos, ambos habían cambiado significativamente, pero en otros seguían siendo los mismos niños que gustaban de las situaciones más simples e inocentes.

—¿Los trajiste desde el Receso de las Nubes? —Dejó al cachorro para tomar uno más, cuyo pelaje era color negro—. Fue una pregunta muy tonta, es obvio que no los pudiste traer de allá porque no les tienen permitidas las mascotas. —Alejó al cachorro cuando este intentó lamer su mejilla antes de devolverlo a la canasta—. ¡No, no, espera!

El Líder Lan no podía apartar la vista de esa imagen tan tierna. Estaba tan absorto contemplando a Jiang Cheng que olvidó contestar a su pregunta hasta que este llamó su atención.

—¡Lan Xichen! ¿Me estás poniendo atención? —Rodó los ojos al ver su sonrisa— ¿Qué vas a hacer con ellos?

—¿Cómo que qué voy a hacer con ellos? —Se acercó a Jiang Cheng y besó su mejilla, ganándose un empujón sin mucha fuerza que le hizo reír por lo bajo.

—Haces cosas muy vergonzosas y pueden vernos...

—Y tú haces preguntas muy tontas. Los cachorros son tuyos, por supuesto. Son un regalo que quiero hacerte... algo así como un obsequio por nuestra relación. —Tomó su mano entrelazando sus dedos—. Por el nuevo estatus de nuestra relación.

Al escuchar estas palabras, las mejillas de Jiang Cheng se fueron coloreando en tonos rosados hasta llegar a hacerse rojas. Se sentía avergonzado y a la vez tan feliz que su rostro expresaba esas emociones chocantes entre sí al teñirse. Y a pesar de que le hubiera gustado corresponder con un par de palabras similares, todavía no podía hacerlo, pero lo intentaría con el paso del tiempo. Tarde o temprano haría que Lan Xichen supiera completamente lo que sentía por él.

Desvió la mirada antes de suspirar y acercarse para susurrar—: Gracias... —Apretó su mano—. Tendré que hallar una forma de cuidarlos apropiadamente entre todas las ocupaciones que tengo.

El Líder Lan no perdió el tiempo para aprovecharse de esa cercanía y tomarlo por la cintura para estrecharlo. —Merezco un beso de agradecimiento, ¿no crees?

—¡¿Un qué?! —exclamó todavía más ruborizado, alejándose para no terminar cumpliendo el capricho del otro.

Definitivamente había presionado demasiado, concluyó Lan Xichen al ver la reacción de su amado Jiang Cheng, sobre todo cuando estaban en un lugar donde podían interrumpirlos y verlos en una situación comprometedora. Jiang Cheng era muy reservado, nada que ver con el comportamiento de su hermano, pero precisamente era en eso que radicaba su encanto.

—Lo siento, Jiang Wanyin. Ya sé lo que vas a decir, que estamos en un lugar que no es apropiado. —Sin proponérselo su voz sonó apagada, haciendo que Jiang Cheng levantara la vista.

Suspiró todavía abochornado. —Tampoco tienes que ponerte así —le regañó—. Los cachorros son muy lindos y es un detalle que te agradezco, sobre todo porque sabes lo que significan para mí —besó su mejilla—. De verdad me han gustado mucho.

Ese beso le era suficiente a Lan Xichen para sonreír y recobrar el ánimo —Recordé que en la boda de tu hermana me comentaste que te ibas a sentir solo cuando regresaras aquí. Ya que yo no puedo estar contigo todo el tiempo que quisiera, creí que sería una buena opción que ellos te hicieran compañía... —Vio sonriente a los cachorros que intentaban salir de la canasta, fallando graciosamente al irse de costado o aterrizando en su lomo peludo— ...eso mientras yo puedo venir, tú ir al Receso de las Nubes, o podamos encontrarnos en algún sitio entre Yunmeng y Gusu.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora