CAPÍTULO 5. PEONÍA.

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—J-Joven amo Jiang, el dueño me informa que tendrá una celebración en estos días y su familia ocupa la posada. Me ha dicho que puede acomodar a sus familiares en otras habitaciones para poder darnos una de ellas, pero no sé si a usted le incomode compartir la habitación. En todo caso, yo puedo quedarme aquí afuera.

Alzó una ceja y se cruzó de brazos. —¿Qué? No sea ridículo. ¿Cómo se le ocurre que voy a descansar sabiendo que usted está quién sabe dónde? Yo no tengo problema en compartir una habitación. Los dos estamos cansados y con hambre. Dígale al dueño que sí aceptamos.

Un par de minutos después los dos hombres entraron a la habitación. Era modesta pero tenía lo necesario para descansar. Y tras una breve espera recibieron la cena. Precisamente cuando la puerta se cerró, dejándolos solos, fue que Jiang Cheng cayó en cuenta que dormiría junto a Lan Xichen -por supuesto no en la misma cama- muy cerca porque la habitación era bastante pequeña. Jamás había compartido habitación con nadie que no fuera Wei Wuxian, tampoco estaba reacio a hacerlo, pero había algo en Lan Xichen que le ponía nervioso, además de aumentar su apremio por dar una buena impresión.

Tal como las reglas de la secta Gusu Lan lo indicaban, la cena transcurrió en silencio, pero incluso ese tipo de ambiente se sentía cómodo entre ellos. Jiang Cheng estaba acostumbrado a comidas más animadas -por no decir ruidosas- así que permanecer en silencio mientras degustaban los alimentos era un cambio muy agradable. Sin embargo, de vez en cuando se cruzaba con la mirada cálida del heredero Lan, aumentando su nerviosismo. Por más que se pedía así mismo ya no voltear más, era imposible no hacerlo.

Luego de la cena, tomaron turnos para asearse y así estar listos para irse a la cama a las nueve en punto. Lan Xichen se acostó sobre su costado, dándole la espalda a Jiang Cheng, y este se acomodó de la misma manera.

—Buenas noches, joven amo Jiang. — Tras pronunciar su despedida con tono afable, el primer maestro Lan cerró los ojos.

—Buenas noches, Zewu-jun. —Suspiró. Cuando estaba con él se sentía nervioso, pero ahora lo atribuía al hecho de no saber cómo responder a su amabilidad, a esa manera tan gentil y considerada de ser hacía con él. No recordaba haber recibido trato igual de nadie, por eso le preocupaba no ser lo suficientemente agradecido y que su actitud pasara como señal de frialdad e indiferencia.

Una risa leve le sacó de sus pensamientos. Venía de la cama contigua. —¿Está todo bien, Zewu-jun?

—Sí, sí. —Se dio la vuelta, haciendo que el otro también lo hiciera, así que quedaron de frente—. En el Receso de las Nubes es fácil dormir en cuanto dan las nueve de la noche, tampoco he tenido problemas al ir en cacerías nocturnas o visitas a otras sectas, pero no sé qué me pasa que esta noche simplemente no puedo conciliar el sueño.

—Yo no acostumbro dormir tan temprano, pero tampoco tan extremadamente tarde como Wei Wuxian. —Sonrió de medio lado—. Definitivamente ninguna noche me había costado tanto dormir como esta. Quizá hay algo que nos preocupa.

Lan Xichen se quedó en silencio por un momento, analizando si había algo que le estuviera preocupado, pero solo podía escuchar su acelerado corazón. Esperaba que Jiang Cheng no lo escuchara también pues sería vergonzoso.

—No, la verdad es que a mi no me preocupa nada. ¿Y a usted?

Jiang Cheng negó con la cabeza —Sería un tanto irónico que después de una tarde tan calmada y agradable, justo ahora hubiera algo que me preocupe de tal manera que me quite el sueño.

—¿Entonces el paseo le gustó? ¿En verdad le agradó?— preguntó animado, levantándose un poco para poder ver mejor a su compañero de habitación. Parecía un niño emocionado al saber que recibiría una sorpresa. Incluso, a pesar de la oscuridad, Jiang Cheng podía ver una brillo especial en los ojos del maestro Lan.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora