CAPÍTULO 79. AGUILEÑA

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La joven Madam Jin llegó con su característica sonrisa al salón donde recibiría a Lan Xichen. Jin Ling venía tomado de su mano; era increíble cómo mientras crecía se iba pareciendo más a su padre, aunque no con una actitud tan altiva. A veces sí se mostraba caprichoso pero su madre lo corregía con amor para que no se creara enemistades, quizá teniendo en cuenta los conflictos que su ahora esposo había tenido, no solo con Jiang Cheng y Wei Wuxian, sino con varios hijos de líderes.

Mientras los mayores se saludaban, él se colocó detrás de su madre para observar a los dos niños que estaban de pie al lado del Líder Lan. Siempre pasaba igual, Jin Ling en un principio se mostraba reacio a convivir con los niños de Gusu, refugiándose en el adulto de confianza, ya fuera alguno de sus padres o Jiang Cheng. Esta vez el hanfu de Jiang Yanli le servía de escondite de donde asomaba tan solo un poco la cabeza de vez en cuando.

Cuando los saludos terminaron, Yanli los guió hasta una mesa donde ya los esperaban el té y algunos bocadillos, que en su mayoría habían sido pensados para los menores. En cuanto ella tomó asiento, Jin Ling se subió a su regazo, aferrando una de sus manitas a una de las largas mangas de su madre.

—Coman lo que quieran, A-Yi y A-Yuan. Estos postres son para ustedes —les invitó Yanli con una sonrisa.

—¡¿Todos?! —preguntó Lan Jingyi con entusiasmo.

Lan Xichen rió con discreción. —No, no todos. Si llegaran a comer todo esto les dolería el estómago. Es mejor comer con moderación y compartir con los demás.

A-Yuan asintió con la cabeza, señal de que estaba de acuerdo con lo dicho por su tío. A manera de ejemplo tomó tan solo una de las frutas cristalizadas para comenzar a comer muy despacio, y como era de esperarse, Jin Ling y Lan Yi lo siguieron.

Después de un tiempo, Jin Ling ya se sentía más cómodo con los visitantes, así que había abandonado el regazo de su madre para sentarse junto a los otros niños y conversar. Cuando terminaron de comer, fue el propio Jin Ling quien los invitó a jugar por los jardines de Torre Koi, por supuesto acompañados de sus nanas y algunos cultivadores.

Estar a solas les permitía a Lan Xichen y Jiang Yanli hablar de asuntos delicados, que con la presencia de los niños no era prudente tratar.

—¿Cómo va todo? —Yanli sirvió más té—. Al recibir la carta de A-Cheng me inquieté.

—No debes hacerlo. Estamos tomando todas nuestras precauciones para lograr que no haya más consecuencias que las que buscamos.

—Entiendo. De todos modos es imposible que no me preocupe por ustedes. Todos son mi familia —sonrió, aunque en sus ojos se notaba el desasosiego—. No debería decirte esto, ¿cierto? Ustedes buscan en Lanling un refugio para los pequeños y así quitarse una preocupación. Con mis dudas y malos pensamientos no lo estoy logrando. Lo lamento mucho —hizo una reverencia.

—Claro que no —Lan Xichen tomó su mano—. Nosotros estamos muy agradecidos porque has aceptado, junto al maestro Jin cuidarlos mientras nosotros intentamos terminar con esta situación. Saber que nuestros hijos están con ustedes es motivo de tranquilidad para todos. No hay lugar más seguro que este, bajo tus cuidados —sonrió.

—Siempre tan comprensivo, Zewu-jun. Desde aquellos años en los que comenzamos a ser más cercanos, recibí de tu parte consuelo y mucha paz. Gracias. De todos modos deben prometerme que se cuidarán, Meng Yao es un hombre desquiciado, es capaz de todo con tal de conseguir sus objetivos.

—Lo sabemos. Es un tipo al que no debemos subestimar —suspiró—. A ti sí te puedo confesar un pensamiento que no me deja en paz. Si le dijera esto a A-Cheng seguro se molestaría conmigo y tendría razón —hizo una pausa para beber té—. Me siento culpable por esta situación, si me hubiera dado cuenta de lo que Meng Yao sentía, podría haberlo detenido, hacerle entender que mis sentimientos hacia él no eran otros que amistad y que desde hace mucho mi corazón y mi mente ya estaban comprometidos. Yo quizá pude detener toda esta locura. Probablemente hasta Meng Yao estaría feliz con alguien más en este punto.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora