UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELO

CAPÍTULO 74. VARA DE ORO

Al momento que Wei Wuxian vio a los ojos de su hermano, recordó la caída de Muelle de Loto. La expresión de Jiang Cheng no se parecía a la de Madam Yu. Al momento de subir a la barca y verla, supo que era una despedida, que ella también lo sabía y por eso prefirió salvar a su hijo; distinguió en su mirada la desesperación por alejar la barca y las palabras que le había dedicado parecerían un regaño, una orden, pero fue una petición, un pacto que se había hecho entre ambos.

Ahora parecía que se presentaba otra oportunidad para hacerle honor a esa promesa. Jiang Cheng le pedía irse para salvar a los pequeños Lan y, aunque sí había una súplica, también vio rabia y el ímpetu de luchar. Durante la caída de Muelle de Loto, la última vez que lo había visto consciente y a salvo antes de ir por comida, percibió que su hermano estaba derrotado, que ya no le importaba seguir o no con vida. Toda esperanza se había esfumado. Mas ahora era todo lo contrario.

Una parte de él quería quedarse, ayudar en todo lo posible para controlar el daño pero otra parte quería irse de inmediato con los niños que a este punto, con todo el alboroto, ya debían estar asustados.

Tomó por los hombros a Jiang Cheng. —No te hagas el valiente, si tienes que salir de aquí, hazlo... Te necesitamos con vida.

Salió corriendo en dirección a la habitación de los pequeños. Mientras, Jiang Cheng siguió la nube de humo para llegar a donde todo ardía en llamas. Se trataba de un ala de las habitaciones que le pertenecían a Jiang Yanli y su familia. Muchos de sus cultivadores ya trabajaban en apagar el fuego sobre todo para que no pasara a otra área del lugar.

Jiang Cheng ordenó crear una barrera con energía espiritual que resguardara otras partes de Muelle de Loto, así como la parte de las habitaciones de su hermana que permanecían intactas. Otro grupo de discípulos recibieron el mandato de ir por todo el lugar para buscar actividad sospechosa. Si encontraban a alguien que no les diera buena espina, entonces podían capturarlo para después interrogarlo.

Luego de lo que pareció una eternidad el fuego pudo ser extinguido, aunque la pérdida fue total. Jiang Cheng estaba furioso, intuía que eso solo había sido una advertencia.

—¿Qué pasó? ¿Alguien vio o escuchó algo? —preguntó a los que estaban de guardia en ese esa parte del lugar.

—Sí, Líder. Se escuchó que arrojaron algo y de pronto hubo una explosión. Corrimos pero las llamas ya eran altas. Definitivamente se usó energía espiritual para potenciar el efecto del artefacto.

Jiang Cheng apretó los puños. Si en ese momento Meng Yao se le apareciera, lo destruiría en segundos. —Busquemos qué fue lo que arrojaron. Muevan los escombros con sumo cuidado y revisen parte por parte. Esta noche nadie descansa hasta que encontremos lo que provocó la explosión.

Los discípulos trabajaban a marchas forzadas mientras que Jiang Cheng se acompañaba del maestro Wu y otro par de cultivadores para buscar a Wei Wuxian y a los pequeños. Ya habían acordado donde se refugiarían, así que solo era cuestión de llegar hasta allá.

—Si escuchan algo fuera de lo habitual, no duden en atacar —ordenó Jiang Cheng mientras se metía por una pequeña arbolada hasta llegar a una tienda que se camuflaba bastante bien con ramas y troncos.

—¡Papá! —Lan Jingyi corrió para abrazarlo y no pudo evitar llorar pues estaba asustado de no verlo otra vez—. ¿Te hicieron daño?

—Para nada. Y ahora que veo que estás bien, también lo estoy. —Lo cargó para abrazarlo con más comodidad. Su vista se fijó en Wei Wuxian y le dio las gracias por haber atendido a su petición. Luego volvió a hablarle a su hijo con ternura—. ¿Tienes sueño?

El niño negó, aferrándose al cuello de su padre.

—Tienes que dormir, descansar. Yo tengo que volver a Muelle de Loto.