CAPÍTULO 22. AMARANTO.

3.3K 561 184
                                    


—A-Jie, ¿hace cuanto llegaste aquí? —preguntó Jiang Cheng por la mañana mientras tomaban el desayuno. Su ánimo no había mejorado demasiado, pero al menos esta vez Yanli no tuvo que rogarle para que se levantara y comiera algo.

—Antes que despertaras, poco más de una semana —bebió algo de té—. El segundo maestro Lan fue por mí y me dio las noticias. Sé que desde que me trajo aquí, salió en búsqueda de A-Xian, y de él no hemos vuelto a saber nada.

—Yo debería ir también.

Yanli asintió. —Pero tienes que recuperarte. Todavía estás débil y tus heridas no han sanado. No puedes ponerte en riesgo, A-Cheng. —Acarició su mejilla. No quería pensar demasiado en Wei Wuxian pero estaba demasiado preocupada por él, sin embargo intentaba controlarse para no aumentar las presiones que su hermano tenía.

—Te prometo que voy a recuperarme pronto. Cuando lo encuentre, voy a romperle las piernas por habernos... haberte preocupado tanto. —Le sonrió, aunque esa expresión no llegó a sus ojos.

—Más tarde podemos dar una pequeña caminata. Hay lugares muy bonitos para ver aquí y estirar las piernas te hará mucho bien.

Caminaban entre los árboles del Receso de las Nubes, con los brazos entrelazados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Caminaban entre los árboles del Receso de las Nubes, con los brazos entrelazados. Jiang Cheng procuraba no llenar su cabeza con los recuerdos de aquella noche, pero no lo lograba del todo. La angustia y la culpa eran casi palpables para sus manos; por supuesto, Yanli lo conocía y podía imaginar lo que le atormentaba, así que guió sus pasos a un lugar conocido para él.

—Zewu-jun me contó que cuando estuviste en el adiestramiento te gustaba venir aquí, y que era precisamente en este lugar donde conversaban y comenzaron a conocerse más. Supuse que este sitio te traería mejores recuerdos.

Jiang Cheng suspiró mientras veía el fluir del agua. Ciertamente tener ese tipo de memorias le hacía sentirse mejor, podía incluso escuchar la voz de Lan Xichen mientras conversaban. Cerró los ojos para sentir el viento. —Hace un momento te pregunté cuándo habías llegado. Lo que pasa es que entre sueños te escuché cantar esa canción que te pedía. Seguro solo era parte de mi imaginación, porque también escuchaba una flauta. Era un sonido suave, muy delicado, pero esas melodías jamás las había escuchado. Es extraño explicarlo pero tanto tu canto como el sonido de la flauta me traían mucha paz.

—¿De verdad? ¿Qué más recuerdas? —Tomó asiento sobre la roca.

—No mucho... No sé podía escuchar a diario, pero puedo recordar que algunas de las piezas tocadas con la flauta eran melancólicas, como si quien interpretara alguien que sentía mucha tristeza. Pero seguro solo era mi imaginación... mi mente recriminando mis faltas.

—¿Por qué te culpas tanto cuando nadie lo ha hecho? —Volteó a verlo—. Yo no te culpo de nada, al contrario, estoy agradecida de que estés conmigo. Cuando el segundo maestro Lan me contaba sobre tu estado, me preocupé demasiado porque sabía que estarías tomando una responsabilidad que no te corresponde. Yo sé que hiciste todo lo que estaba de tu parte, que jamás quisiste irte de Muelle de Loto, pero así debió ser. Si no estuvieras, no sé qué sería de mí —Su voz se quebró.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora