UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELO

CAPÍTULO 44. MADRESELVA

—¡...!

Los dos se quedaron inmóviles, parpadeando y viendo incrédulos a Jiang Yanli. Era una noticia inesperada pero también muy significativa para la familia. Jiang Cheng fue el primero en salir del asombro y fue hasta ella para abrazarla. De pronto, mientras sentía la calidez de los brazos de su hermana, le entraron ganas de llorar. Recordó a sus padres, ellos no tendrían la oportunidad de ver a su hija mayor realizar uno de sus más grandes sueños; no podrían disfrutar de su nieto, cargarlo, mimarlo, contemplar cómo con el paso de los años crecía. Pero también se sentía dichoso, pues él sí podría gozar de esos privilegios. Eran emociones contrastantes difíciles de procesar.

—A-Jie, felicidades. Comparto tu alegría. —Tomó el rostro de Jiang Yanli entre sus manos y sonrió—. Estoy seguro que serás una madre amorosa y comprensiva; ese pequeño bebé será tan afortunado de tenerte. —Para terminar su felicitación dejó un beso en su frente y sonrió.

—Jiang Cheng, ya quítate... deja que yo la abrace también —protestó Wei Wuxian en tono desesperado.

—¡Qué molesto eres! Ya ven... anda.

—Shijie, con razón te veías más hermosa. Ese brillo en tus ojos, el color de tus mejillas. Estoy tan feliz por ti. —La abrazó—. Un bebé, vas a tener un hermoso bebé. Ojalá se parezca a ti, porque si no...

Jiang Yanli le dio un golpecito en la nariz. —No digas esas cosas. Yo estaré muy contenta si se parece a mi o a Zixuan. Después de todo será nuestro bebé.

Tanto Wei Wuxian como Jiang Cheng estaban pensando lo mismo, pero no lo dirían en voz alta por respeto a su hermana mayor. Podrían tolerar que su sobrino se pareciera físicamente a Jin Zixuan, admitían que era un hombre bien parecido, pero lo que sí le pedían a los dioses con fervor era que el bebé no sacara las excentricidades y el carácter pedante de los Jin porque esa sí sería una desgracia. Fuera niño o niña, ser una persona con tales características no era para nada prometedor. De todos modos tenían la esperanza de que con los cuidados y educación de Jiang Yanli, la crianza del nuevo miembro de la familia fuera equilibrada.

Jiang Cheng sujetó la mano de su hermana cuando tuvo oportunidad de hacerlo y sonrió —¿Cómo te has sentido? Supongo que necesitas cuidados especiales.

Ella negó apretando el agarre de su mano. —Por el momento solo tengo algo de nauseas por la mañana, aunque no sucede todos los días. Hay una médico en Lanling que fue designada para cuidarme y ha sido muy paciente en explicarme todo y despejar cada una de mis dudas. Gracias a ella tengo un brebaje para calmar ese malestar, me ayuda bastante. Lo traje conmigo así que no tienen de qué preocuparse. Ella me dijo que los primeros meses son especialmente complicados, pero que después de eso podré disfrutar de mi pequeño creciendo.

—Aun así, si hay algo que podamos hacer por ti mientras estés en Muelle de Loto, por favor no te contengas y pídelo.

—Lo sé, A-Cheng. Te lo agradezco.

El suspiro salido de los labios de Wei Wuxian llamó la atención de ambos. Su rostro tenía la expresión de estar pensando en algo realmente hermoso, pues sus ojos brillaban y sus mejillas se habían tintado con un suave color rosado. Era una pena no poder leer su mente para saber hacia qué mundo maravilloso lo había llevado.

—¿Y a ti qué te pasa, eh? —A diferencia del suave toque que tenía con su hermana, Jiang Cheng golpeó con contundencia el brazo de Wei Wuxian para que le pusiera atención.

Este al sentir el dolor, salió de su ensoñación y vio con resentimiento a Jiang Cheng. —¡Auch! ¿Y eso por qué fue? —comenzó a sobar el golpe.