CAPÍTULO 48. AJENJO

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—Tienes un corazón muy noble, Lan Xichen —comentó Jiang Cheng mientras caminaban para encontrarse con Jiang Yanli—. Meng Yao lo sabe y por eso se acercó a ti para pedir conocer a Jin Ling.

Al escuchar estas palabras, Lan Xichen se tensó. No quería tener problemas por ayudar a Meng Yao, pero suponía que a Jiang Cheng no le resultaría agradable y tarde o temprano comentaría algo.

—¿Te molesta que le haya ayudado?

Jiang Cheng negó con la cabeza. —De hecho, admiro esa nobleza que posees. Muchos podrían considerar que es una desventaja, pero la verdad es que yo no lo creo así; la nobleza no es sinónimo de debilidad, siempre y cuando lo equilibres con prudencia. A-Li tiene razón, de haber estado en la misma posición que Meng Yao, quizá también habría buscado algún medio para conocer a mi sobrino. Él no tiene la culpa de que su padre sea el promiscuo de Jin Guangshan y que lo trate así de mal... Eso no significa que me comience a agradar —se apresuró a agregar—. Solo entiendo su motivación y la tuya.

Casi se pudo escuchar el suspiro aliviado por parte del Líder Lan. No era del tipo que le gustara escuchar halagos por parte de los demás, pero viniendo de su amado líder no solo las consideraba honestas sino cargadas de una verdadera admiración de su parte, además le emocionaba saber lo que el otro pensaba.

Jiang Yanli sonreía a los invitados que se acercaban a felicitarla por su hermoso bebé, pero al verla, Jiang Cheng pudo percibir que estaba nerviosa, constatando que así era cuando los vio acercarse y dejó escapar aire por los labios. Estaba segura que Jin Zixuan no tardaría en regresar y ella no sabría qué decirle, siempre fue algo mala para mentir. Jiang Cheng le pasó al pequeño heredero y ella lo estrechó amorosamente entre sus brazos.

—¿Hubo algún problema?

—No. Él siempre se muestra... tú sabes, demasiado mesurado y educado. —Jiang Cheng se cruzó de brazos—. Esperemos que no se le haga costumbre pedir más favores cada que coincidan en alguna reunión.

—No hay necesidad de someter a la joven madam Jin a tal estrés otra vez —aseguró Lan Xichen—. Después hablaré con él para que busque la manera de acercarse a su hermano, me parece que es lo más prudente. También creo que a ambos les servirá conocerse lejos de la mirada inquisitiva y despreciativa del Líder Jin.

Ninguno de los Jiang comentó nada, muy en el fondo los dos sabían que para que se diera tal acercamiento tendría que ocurrir un verdadero milagro de los dioses. Si bien Jin Zixuan había suavizado su carácter, ese tema era delicado, casi vetado. Antes de que el silencio se tornara incómodo, Jin Ling empezó a quejarse y luego le siguió un llanto a todo pulmón.

—Debe estar fastidiado del ruido y también es hora de que coma. —Jiang Yanli besó sus mejillas humedecidas—. Ya, ya, mi niño hermoso. Vamos a descansar —hizo una reverencia—. Gracias por su apoyo. Me iré por unos momentos, con permiso.

Los dos líderes hicieron una reverencia también.

—Si yo pudiera, también lloraría para que alguien me sacara de este sitio —dijo Jiang Cheng entre dientes para que solo Lan Xichen lo escuchara.

El Líder Lan sonrió discretamente. —Solo tienes que pedírmelo, no es necesario que llores. Podemos irnos a donde tú quieras.

—No, no. Ya sería demasiado sospechoso que desaparezcamos cada que estamos juntos. Además, por la expresión que tiene tu tío, me imagino que está a nada de darle una desviación y me pesaría mucho tener eso en mi conciencia.

Ciertamente Lan Qiren, que estaba hablando con algunos líderes de otras sectas, parecía que ni siquiera estaba poniendo atención pues su mirada estaba perdida y su ceño fruncido delataba que no se encontraba de muy buen humor. Al contrario de sus sobrinos, era pésimo para ocultar su estado de ánimo.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora