CAPÍTULO 75. HELIOTROPO

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Si Meng Yao tuviera la capacidad de transformarse en un animal, sin dudarlo elegiría a una serpiente, pues poseía las cualidades idóneas para un ataque, fuera este sorpresa o no. Podía arrastrarse en silencio y a su vez camuflarse con algunas superficies, esperar paciente a cualquier movimiento que su presa hiciera, por más mínimo que fuera; incluso su víctima podría no verlo, facilitando el seguirlo sin que sospechara; tendría la capacidad de estirar su cuerpo para una mordida más certera, una vez con los colmillos bien clavados en la piel de su botín, inyectar todo el veneno necesario para inmovilizarlo o bien matarlo de una vez. Si por casualidad resultaba ser atacado, su rapidez le serviría para huir y poder esconderse.

Sin pensarlo mucho, la serpiente era una criatura majestuosa con la cual se podía identificar. De sangre fría, calculadora, con la habilidad de engullir de un solo bocado a su presa.

Chasqueó la lengua mientras permanecía recostado sobre el pasto y veía las estrellas. Aunque lo deseará con todo el corazón, no tenía esa habilidad y no sabía si algún cultivador la poseía. De todos modos, no tenía demasiado tiempo como para aprender impactantes y complicadas técnicas. Si bien podía esperar a que su objetivo estuviera en el sitio que deseaba, tampoco podía descuidarse demasiado. Lo que había hecho la noche anterior había sido un claro mensaje de odio y advertencia de lo que estaba por venir. Ahora más que nunca tenía que andar con mucho cuidado y calcular cada paso tal como lo había planeado, sin dejarse llevar por los sentimientos de enojo, frustración o desesperación. Quería ante todo provocar un daño indecible e insoportable.

En sus adentros creía con todo fervor que Lan Xichen se había acobardado y por eso decidió no decirle la verdad, era muy notorio –al menos para él– que el Líder Jiang lo tenía bajo un poderoso hechizo, una amenaza que no le permitía actuar como deseaba. Dado que ese era el caso, no había de otra más que liberarlo por cualquier medio, no importaba si esto significaba tener que matarlo. De hecho, no pensaba que fuera malo pues después de hacerlo se suicidaría para poder ir tras él y esta vez, ya sin la nefasta presencia del Líder Jiang, podrían vivir su amor sin restricciones. Además de conseguir su principal objetivo, como daño colateral le provocaría a Jiang Cheng un dolor profundo pues, si todo salía como planeaba, lo dejaría solo y desvalido.

Sonrió satisfecho por sus pensamientos mientras se levantaba del pasto. Sabía que no lo estaban buscando, eso le daba tiempo de descansar e ir consiguiendo lo que le faltaba para su último plan.

Caminó lejos del sendero y de la nada le invadió el miedo. Si bien estaba seguro que ningún discípulo de Yunmeng o Gusu lo estaban siguiendo o siquiera buscando, no estaba tan seguro de que fuera lo mismo con la gente de Qinghe Nie, ya que conocía a la perfección el actuar de Nie Mingjue y seguramente estaba lleno de ira. No se iba a quedar como si nada después de días de no aparecer en el Reino Impuro tras aquella discusión. Claro que no era la primera vez que discutían, pero esta vez podía notar como la paciencia del Líder Nie se había acabado y su manera de hablarle reflejaba mucha ira. Algo en su interior lo ponía en alerta, no sabía bien por qué pero sentía que Nie Mingjue ya sospechaba de él o quizá tenía la confirmación de que él estaba tras el ataque al Líder Jiang y solo esperaba el momento oportuno para echarselo en cara y tomar justicia por sus manos. Precisamente por eso decidió abandonar el que por muchos años fue su hogar, aunado a que ya le desesperaba no tener noticias de Lan Xichen y poder verlo para hacerle su gran confesión.

Estaba casi seguro que el líder Nie ya estaba enterado de la pequeña confrontación con los dos líderes y cómo había intentado asesinar a Lan Xichen, por lo tanto, no iba a quedarse de brazos cruzados y para este punto habría mandado a sus mejores discípulos para buscarlo y regresarlo para darle su merecido. Admitía que le daba más miedo ser llevado al Reino Impuro para estar frente a Nie Mingjue que a enfrentarse a cualquier otro de los líderes porque sabía que no estaba en la naturaleza del primero perdonar o dar segundas oportunidades. Evidentemente, si era capturado por la secta Qinghe, podía esperar una muerte dolorosa.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora