CAPÍTULO 70. TANACETO

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El mensaje de que Lan Xichen llegaría a Muelle de Loto tras concluir la cacería nocturna llegó a manos de Jiang Cheng y esto lo dejó más tranquilo. De inmediato se encargó de los preparativos para la ceremonia de Lan Jingyi, quería aprovechar el tiempo para estar junto a Lan Xichen sin tener que preocuparse de protocolos y otros pendientes.

Fue por eso que también quiso enfocarse en la instrucción a los discípulos porque tampoco quería ocuparse con ellos durante la visita de su esposo. Lan Jingyi también presenciaría los entrenamientos con el objetivo de que conociera también la manera de combate propia de Yunmeng Jiang. Sabía que recibir una formación de dos sectas podría ser complicado para el niño, pero tenía confianza en que era un chico inteligente y que podría ser un buen sucesor de cualquiera de las sectas.

Saber que su amado esposo estaba por llegar lo emocionaba, aunque claro que lo disimulaba muy bien. Seguía pensando en la mejor manera de ya no tener que separarse porque esas semanas lejos le desesperaban y no le agradaban para nada, pero por el momento no encontraba alguna que fuera posible. La idea de renunciar a Yunmeng Jiang le parecía inverosímil y pensaba que de esa manera era también para Lan Xichen en cuanto a Gusu Lan, así que siempre había descartado esa opción, aunque por el momento pareciera que fuera la única viable.

—¡Papá!

Lan Jingyi llegó corriendo con lo que parecía un pájaro entre las manos y lodo en las mejillas. Su apariencia podría recordar a los años donde Jiang Cheng era un pequeño que disfrutaba de los juegos al aire libre.

—¿Qué traes ahí? —Jiang Cheng se puso en cuclillas para estar a su altura. Tenía un par de memorias de ser reprendido por su madre cuando lo veía llegar sucio por haber jugado en el fango o por haberse caído simplemente. No quería repetir eso con A-Yi. Su intención era darle todo el cariño, consejos y apoyo que a él le habría gustado recibir.

—Se cayó del árbol de los perritos. No pudo volar más. ¿Puedes revisarlo?

—Dámelo —acunó al ave entre sus manos y lo llevó a un sitio con más luz. Descubrió que una de sus alas estaba lastimada—. Al parecer se daño un poco una de sus alas.

—¿Ya no va a volar nunca? —preguntó con angustia el pequeño.

—Lo hará pero necesitamos cuidarlo para que se recupere. Por cierto, ¿cerraste la puerta para que los perros no se salgan?

—Bohe-ge se quedó con ellos y también Miqi-jiejie.

Jiang Cheng frunció el ceño. Se suponía que había claras órdenes de que Lan Jingyi no anduviera solo por Muelle de Loto porque temía alguna sorpresa desagradable por parte de quienes quisieron hacerle daño a él, pero al parecer sus dos subordinados estaban más atentos en cortejarse, y no es que estuviera mal tener una ilusión de ese tipo, pero su hijo tenía que ser la prioridad. Después hablaría seriamente con ellos.

—Ven, curemos a tu amigo y luego iremos a limpiarte.

Esa última parte no le agradó mucho al niño que infló las mejillas enfadado por tener que someterse a la fastidiosa tarea de quedar limpio.

Tras haber curado a la pequeña ave, Jiang Cheng cargó a su hijo para limpiarle el rostro y cambiar su ropa. Mientras hacía esto, el mayor tarareaba una canción sin darse cuenta, por supuesto que esto no pasó desapercibido al niño y con curiosidad lo observó antes de preguntar.

—¿Por qué estás feliz, papá? ¿Xichen-ge ya va a venir?

No podía mentir, tampoco quería hacerlo. La verdad es que recibir aquella nota por parte de su amado lo había puesto de buen humor. Lo extrañaba bastante y quería estar con él. A-Yi tenía razón, el motivo de su felicidad en ese momento era que Lan Xichen estaba por llegar a su lado.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora