CAPÍTULO 18. DRAGONETA.

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—Jiang Cheng, Jiang Cheng... —Wei Wuxian removió con cuidado a su hermano que se había quedado dormido. Habían sucedido muchas cosas en un solo día y los dos estaban abrumados, pero ahora lo que tenían que hacer era ir por Yanli y mantenerse a salvo—. Jiang Cheng, por favor, despierta.

Este abrió los ojos con cierta dificultad y la realidad le golpeó de pronto al ver el rostro compungido de Wei Wuxian. Recordaba todo como si pasara una y otra vez; levantó la mano y tocó a Zidian en su dedo. Hubiera preferido tener una pesadilla a enfrentarse a esa verdad.

—¿Dónde está el ciervo? —preguntó con voz monótona.

—Oh... se fue hace un momento cuando me levanté. Lo siento, no quería asustarlo.

—No importa.

—Ven, tenemos que irnos —le ofreció la mano—. Todavía nos queda un largo camino por recorrer y aquí nos arriesgamos a que nos encuentren.

Jiang Cheng le dio un golpe en la mano para alejarla. —¿A dónde quieres ir?

—¡Vamos por shijie! Ella no sabe lo que sucedió y antes de que se entere de otra manera, es nuestro deber...

—¡Esta es tu culpa por jugar a ser héroe! —gritó con rabia— Tu estúpida conducta solo les dio una excusa para ir a Yunmeng y atacarnos. ¡ERES UN EGOÍSTA! ¡Maldita sea Wei Wuxian! —se llevó las manos a la cabeza mientras comenzaba sollozar otra vez. Su mirada perdida vio a la nada mientras hablaba— ¡¿Qué le voy a decir a mi hermana?! Que no supe defender mi hogar, que permití que los perros Wen mataran a nuestros padres. ¿Cómo le voy a decir eso? Mínimo tengo que llevar sus cuerpos.

Wei Wuxian palideció al pensar que tendrían que volver a Muelle de Loto. —¡No, no! Espera, no podemos volver. Ya viste que todo está infestado por ellos y no van a perdonar la vida de nadie. No corrimos la misma suerte que Gusu.

—¡¿Gusu?! ¿Y a mí que me importa la suerte que ellos hayan corrido? Mis padres están muertos, Muelle de Loto está destruido y mi secta jamás volverá a ser lo que era. ¡Felicidades a los Lan por su suerte!

—Jiang Cheng, ¡cállate!

El heredero Jiang tomó por las solapas del hanfu a Wei Wuxian y lo sacudió. —¿Qué? ¿Quieres seguir defendiendo a Lan Wangji? ¿Quieres seguir cometiendo tonterías para que todo lo que conocemos se vaya a la mierda? ¡Maldita sea, me he quedado sin nada! —lloró desesperado—. ¿Qué se supone que le diré a A-Jie? No podré verla a los ojos jamás... —Volteó a ver a Wei Wuxian con una mirada desolada casi al borde del pánico—. ¡No pude defender a mis padres! ¡M-Muelle de Loto cayó porque no hice nada! —sollozó—. Wei Wuxian, yo no hice nada... —Se dejó caer nuevamente de cara a la hierba para llorar con amargura.

Wei Wuxian comenzó a llorar otra vez, sufría con él, por supuesto no de la misma manera, pero le dolía mucho no poder hacer nada. No sabía cómo consolarlo o hacerle entrar en razón, porque lo sucedido no era culpa de nadie. Al haber elegido el sacrificio para protegerlos, sus padres habían demostrado su sentido del deber pero también su cariño.

—No te culpes... —habló con cautela—. No podíamos saber que esto sucedería así y estoy seguro que si Madam Yu y tío Jiang nos hubieran permitido quedarnos, habríamos hecho hasta lo imposible para defender Muelle de Loto. Jiang Cheng, esto no fue tu culpa.

Cuando Wei Wuxian terminó de hablar, el heredero Jiang levantó la vista. —No puedo decirle a Shijie que nuestros padres están muertos, que no tenemos a dónde regresar. ¿Cómo se supone que pueda hacer eso?

—Ya veremos la forma —enjugó sus lágrimas con el dedo pulgar—. Salgamos de este camino. Hemos corrido con suerte, pero no quiero arriesgarnos más.

UNA COLINA PÚRPURA TOCANDO EL CIELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora