»Capítulo 4«

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~E V A N G E L I N E~

Ocho de junio de 2014. 

Aquel día me desperté tan extasiada que casi no pude cerrar ni un ojo en toda la noche. A eso de las once, la enfermera de siempre, Olivia, se adentró a la habitación; me sonrió y observé que tenía una pequeña bolsa tejida en su mano. 

—Ya estás despierta. ¿Pudiste dormir?

—Casi no —reí, mordiéndome el labio y después viendo de nuevo la bolsa—. ¿Qué es eso?

—Oh, la señora Harkins me entregó esto ayer. Es un poco de ropa, dice que espera que te guste y te quede —expresó, extendiéndome la bolsa y yo le agradecí—. Será mejor que te prepares, ya sólo en media hora vendrá el doctor y te dará de alta. 

Asenté, sonriendo y después observando la puerta del baño. No tardé en alzarme, sintiéndome tan ligera al andar aún cuando ya ha pasado una semana entera en donde pude volver a caminar. Entré sin perder tiempo, quitándome con cuidado la bata del hospital, mientras que mis ojos se enfocaban en mi reflejo en el único espejo que había. 

Mi rostro estaba mejorado, incluso no estaba pálida, sino que lo único que se marcaban eran mis ojeras de la noche anterior. Finalmente me giré un poco, notando la diminuta cicatriz que había debajo de mis costillas, justo donde hace una semana y media atrás tenía una gasa cubriéndola para que siguiera sanando. 

La acaricié, sintiendo lo diminuta que era y sonriendo al ver que mi espalda estaba erguida, firme y no me dolía para nada. La cabeza dejó de punzarme, pero aún tenía sueños en donde la mayoría de veces no recuerdo en su totalidad. 

Seguía sin saber quién era, así que era un tanto irritante cuando no tengo recuerdos que me ayuden a calmar mi curiosa mente. Me preguntaba cómo fue mi infancia, mi vida tal vez con amigos en mi adolescencia, el amor de unos padres o incluso de algún hermano o hermana. Me preocupaba creer que tal vez alguien estuviera buscándome; pero, por otro lado, me aterraba no preocupar a alguien. 

Me calmé, deteniendo el sinfín de pensamientos que se agolparon en mi cabeza y sólo la sacudí para esfumarlas. Al final, me dispuse a elegir entre la blusa blanca o la camisa oscura con un logo de lo que parecía un rayo y que decía "David Bowie" en medio. Arrugué el ceño, sonándome un poco familiar ese nombre y después de sacudir la cabeza me dispuse a encogerme de hombros y por fin tomar la segunda opción. Me puse unos pantalones y luego unos zapatos que venían en la bolsa. 

Me miré una última vez en el espejo, observándome y después en mi cabeza se vino la imagen del gesto del doctor mientras este me explicaba lo que ocurriría la siguiente semana para darme de alta.

—Jamás había visto un caso como el de usted. Su tratamiento igualmente debe seguir por cuestiones de precaución —sus ojos brillaban, además de que su rostro detonaba una preocupación casi perfecta de ocultar—. He hablado con el doctor Linton y el psicólogo. Todo está preparado para continuar. 

Debía admitir que le debía bastante, ya que mediante Marian me enteré de que él se encargó de pagar todos los costos de los tratamientos que seguía desde que llegué al hospital. Me mordí el interior de la mejilla, observando entonces la puerta y apresurándome a salir del lugar.

En cuanto lo hice, la enfermera me miró y sonrió de costado. 

—Le ha quedado muy bien, señorita. Espero seguir viéndola después. 

—Muchas gracias, enfermera Atkins, me ha cuidado como nunca nadie lo ha hecho. O bueno, hasta donde mi mente lo recuerde —dije y entonces ambas reímos por mi comentario. 

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora