»Capítulo 30«

838 71 43
                                    

"El dolor es una de las sacudidas que prueba el hecho de estar vivo"

—Antoine de Saint-Exupery.

—Debe ser una broma —comentó Evangeline luego de un silencio tensó entre los tres.

Sin embargo, las miradas de Bruno y Marian Harkins parecían no estar bromeando o mofándose de la situación.

Eso desvaneció la sonrisa y en cambio le dio paso a que sus ojos se humedecieran de golpe.

—No...no tiene sentido.

—Tiene que verlo —le susurró la pelirroja a su hijo y este no tardó en asentar, dándole la razón—. Evangeline.

Y ella negó, alzándose del sillón y después tragando saliva para intentar retener la voz que se le quebraba unos segundos.

—¿No me lo iban a decir?

—Lo haríamos, desde un principio y...

—¿Y entonces que los detuvo de hacerlo? —interrumpió al morocho.

—El que fuera feliz. Eras feliz aquí, con nosotros —Bruno también se irguió y entonces volvió a hablar-. No queríamos que sufrieras más.

—Pues al final es lo único que me rodea —balbució la castaña y Marian la observó con una mirada de lástima e incluso tristeza.

No obstante, Bruno fue quien concluyó con unas palabras que la dejaron estática.

—Hay algo que debo mostrarte.

Y así se precipitaron a ir al auto para conducir durante unos pocos minutos hasta estar en los lugares más desérticos de Rye.

En el trayecto, Evangeline sólo estaba observando por la ventanilla, inclinándose y teniendo que aguantar las lágrimas que le escocían en los ojos.

Era inevitable no reaccionar de esa manera. El hecho de saber que había sido encontrada en una clase de nave y se había estrellado contra el suelo con un estruendoso golpe que le rompió las costillas y perforó una parte de su columna no fue algo que se esperaba.

Decían que fue encontrada en el suelo en una calle solitaria y que nadie estaba a su alrededor. Sin embargo, todo fue una mentira "piadosa" de ellos para poder protegerla.

Pero justo las cosas se desmoronaron y creyeron que lo mejor sería ya decirle lo que había ocurrido.

Un corazón roto, un gran vacío oscuro en su origen y una soledad que poco a poco estaba carcomiéndola.

Debía huir, hacerlo antes de que...

—Debemos caminar —comentó el mayor de los Harkins estacionando el auto y después quitándose el cinturón.

Tras eso, ella obedeció y finalmente salió sin decir nada más. Fueron unos dos minutos de una caminata, hasta que observaron el pequeño invernadero totalmente abandonado que descansaba a mitad de la nada.

Apenas se aproximaron, Bruno tomó de su bolsillo una diminuta llave y entonces quitó por completo el candado que estuvo acompañado del golpe tintineante de las cadenas cayendo rápidamente.

Y por último, antes de abrir las puertas, Bruno le observó de reojo y siseó.

—Mierda.

—Tu madre te golpearía si te escuchara —expresó ella.

Y entonces se le trazó una sonrisa jocosa de costado al muchacho.

—Si, bueno, aprovecho que sólo estás tú.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora