»Capítulo 44«

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~E V A N G E L I N E~

Primero de agosto de 2017.

—¿Y qué hiciste con la colección de álbumes?

Stephen esta vez tal parece que lo tomé por sorpresa, puesto que sus ojos se salieron de sus órbitas y dejó de saborear la cucharada de estofado que se llevó a la boca.

—Bueno, debes entonces saber que fue una de las primeras cosas que tuve que empeñar —expresó, por lo tanto, lo miré con cierto asombro—. Y luego fueron varias cosas más.

—Pero, ¿y el disco de tu padre? Dijiste que era...

—Si, claro, tenía un enorme precio sentimental, pero..., —hizo una breve pausa mientras resoplaba con pesadez— en ese momento no pensé en ello.

—Sólo querías sanar —balbucee.

—Me imagino que tú también hiciste sacrificios para llegar hasta acá —cuando dijo aquello, sabía que quería más que nada darle página al asunto.

Después de todo, estaba ahora en proceso de intentar que sus manos volvieran un poco al menos a como eran antes. No obstante, era un arduo camino en donde debía trabajar en ello.

A veces podía ver que cuando se ponía nervioso, su mano temblaba y no podía evitar que la sensación de su piel suave que había cicatrizado e intentando adaptarse a la piel raída de antes me generara una relajante precisión con una sola caricia.

—No tenía mucho qué perder —confesé—. Casi todo tuve que abandonarlo, pero...por poco casi pierdo unos libros.

—¿De que temática?

—Botánica —respondí, recordando aún la primera vez que Lincoln Perry me extendió el libro que su madre le había dado y él me prestó cuidadosamente—. Lincoln había visto algún interés que tenía sobre el tema y me regaló uno tiempo después.

Primero, él se removió en su asiento, sus hombros se movieron hacia arriba y abajo repentinamente y observé que presionó al principio los labios.

—¿Qué pasa?

—Que yo recuerde, jamás te obsequié algo —su tono era de arrepentimiento, lo cual al inicio realmente me dejó estática—. Si, quizá te invité a lugares, estuve contigo y eso lo agradezco, pero...no te compensé jamás.

—Si lo hiciste —repliqué con una sonrisa débil para intentar calmarlo—. Los bombones.

—Pero sólo eso —me contradijo—. Fuimos pareja durante un tiempo, pero estaba demasiado cegado de la arrogancia que ni siquiera me tomé ningún minuto para pensar en cómo cuidar de tu bienestar y al menos consentirte un momento.

Hubo un silencio entre los dos, pero finalmente sólo me aproximé, colocándome a su costado hasta que le tomé la mano y enlacé cuidadosamente mis dedos entre los suyos.

—¿Sabes qué fue lo que más me dolió en ese tiempo?

Su rostro desprendía mucho terror e incluso vergüenza. Sin embargo, ni siquiera hizo o dijo algo, así que yo sólo tomé su silencio como un aliento a que siguiera hablando.

—Creí saber de todo sobre una relación —empecé y después de una pausa, proseguí—. Creí que todo podría ser como todos aquellos libros que leí: un caballero de armadura impecable, un sapo que con el verdadero beso de amor podría convertirse en un atractivo príncipe...

—¿Y ahora me estás comparando con un sapo? —expresó con una falsa indignación que me provocó una risa.

—No lo diría de ese modo. Pero, volviendo al tema, Stephen..., —lo pensé, concentrándome en su mano que temblaba ligeramente y mi pulgar rozaba las cicatrices de largas extensiones en toda esta— también fui muy ingenua. Mi inocencia y mi poco esclarecedora idea de que el mundo podría ser color rosa, bueno, no ayudó mucho. No conocía mis ideales, mis opciones o incluso la decisión de elegir lo que podría ser mejor para mí. Tan sólo me cerré en lo que creí que podría durar para siempre.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora