»Capítulo 19«

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Veintisiete de septiembre de 2014.

—¿Quieres que te lleve? Puedo pedirle a mamá el auto y decirle que iremos con alguien. Conozco un lugar que podría ayudarte a arreglarte y estar espectacular.

—¿Harías eso? —preguntó la joven y después sus ojos mantuvieron una chispa de esperanza.

—Claro, para eso están los amigos —y le dedicó una pequeña sonrisa al mismo tiempo en que Evangeline se le abalanzaba hasta envolverlo en un abrazo que le correspondió de inmediato. 

En cuanto se alejaron, Bruno le palmeó con diversión el brazo y luego le habló. 

—Vamos, todavía es temprano, pero hay mucho qué hacer, señorita Harkins.

—De acuerdo, ¿por dónde empezamos? —Bruno señaló con su cabeza el armario—. Pero ya tengo el vestido. 

—Te faltan zapatos. Tal vez también accesorios. 

—¿Algún collar o pendientes? —preguntó Evangeline y el mayor de los Harkins asentó. 

—Debemos prepararte, ¿de acuerdo? 

Evangeline sólo asentó, empezaron a preparar todo, escogiendo cosas como algún abrigo, pendientes y un lindo collar que Bruno había tomado de la habitación de Marian. 

—Se dará cuenta. 

—Lo tomamos prestado, no te preocupes. 

Y mientras lo hacían, finalmente ambos tomaron todo para prepararlo y después se apresuraron a salir de la habitación para ir al comedor a la hora de la comida. Al estar ahí, la pelirroja no tardó entonces en servirles lo suficiente en dos platos. 

—Espero lo disfruten, esta vez no le puse demasiado ajo —comentó Marian y chasqueó los dedos de manera jocosa—. Lo he hecho porque alguien tuvo una crítica constructiva sobre lo que le agrego a la receta. 

—Fue sólo un comentario inocente, siempre he dicho que cocinas delicioso —expresó en su defensa el morocho y Marian sólo arrugó la nariz mientras le servía más pasta—. Mamá, ¿me prestas esta tarde el auto? 

—¿Irás a alguna parte solo? 

—Iremos Evangeline y yo a una tienda de libros que está al sur de la ciudad.

Bruno miró a la castaña y después esta asentó para apoyar al muchacho. 

—¿Regresarán pronto? Bueno, no importa, lo más seguro es que vaya a llevar a Dougie al parque, a una prueba. 

—¿Una prueba? —preguntó la mujer—. ¿De béisbol?

—Fue de sorpresa, me lo dijo apenas llegó de la escuela. Creo que sería buena idea que lo intente, ¿no lo creen? 

—Le encanta, sería grandioso que lo aceptaran, además de ser bastante bueno como lanzador —expresó el hermano mayor y entonces Evangeline sonrió enternecidamente al escucharlo decir eso de su hermano menor. 

—Si, es por eso que ha estado practicando toda la mañana —anunció la madre.

—¿Será en el parque? —preguntó Evangeline y Marian asentó tomando un vaso con agua. 

—Bueno, entonces saldremos todos de la casa hoy. Me llaman cuando vuelvan, ¿si? ¿Se irán en un rato? 

—En cuanto acabemos. Escuché que tienen libros en descuento de ciencia ficción —mintió el chico y después Evangeline lo observó un momento de reojo. 

—Cuídense y no lleguen tan tarde. 

Ambos asentaron y siguieron con lo suyo. Minutos después terminaron, lavaron los platos y el morocho tomó hasta escabullir con éxito las cosas hacia el auto. Dougie seguía ocupado en el patio trasero, así que apenas se despidió con un grito y se escuchó el bate rompiendo el viento con una fiereza digna de un profesional. 

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora