»Capítulo 5«

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Evangeline aquella noche pudo dormir por primera vez sin sentirse aturdida o frustrada por tener sueños que al tan sólo abrir los ojos, se esfumaba como vapor. Se levantó al percibir con su olfato el delicioso aroma que emanaba repentinamente. 

Parpadeó perezosamente, observando la lucidez del techo y después del armario mientras comenzaba a alzarse hasta sentarse en la cama. Volvió a respirar, todavía olfateando aquel agradable aroma. Finalmente se levantó y comenzó a andar, sintiendo el frío de la madera acariciarle las plantas de sus pies. En cuanto llegó hacia la cocina, se encontró con la sorpresa de que Marian se encontraba ahí. 

La mujer de cabellera roja entonces volteó, encontrándose a Evangeline y notar cómo observaba aún su alrededor. 

—Estás despierta. Buenos días. 

—Buenos días —respondió, moviendo su nariz y después parpadeando repetidas veces hasta que paró—. ¿Qué es?

—Oh, entonces fue tu nariz la que te hizo levantarte para probar mis deliciosos waffles —y le señaló con la espátula antes de girarse para seguir revolviendo los huevos revueltos. 

—¿Waffles?

—¡Te van a encantar! —exclamó Marian. Antes de agregar algo relacionado con el desayuno, los pasos sonoros y veloces que venían de las escaleras causaron que riera—. Mi primer torbellino se despertó. 

Evangeline no tardó en mirar hacia la puerta, encontrándose con el más pequeño de los hermanos. Douglas entró, miró a su madre y después dijo con euforia. 

—¡Hiciste waffles!

—¡Buenos días para ti también, Dougie! —le respondió su madre, acercándose hacia él para después darle un simple beso en la frente—. ¿Ya saludaste a Evangeline?

Dougie se avergonzó, negando un poco y después haciéndolo. 

—¡Te van a encantar los waffles! 

—¿Son muy ricos? —preguntó ella, siendo tomada de la mano por el niño para después ser guiada hacia la mesa del comedor. 

—¡Si, mamá a veces los hace en fines de semana o cuando es el cumpleaños de Bruno o mío! —mientras explicaba eso, por la puerta llegó el mayor de los Harkins—. Oye, mamá, pero es lunes. 

—Lo sé, ¿ya viste la hora? Hola, cariño —dijo y después saludó a su hijo mayor, besándole la mejilla.

Evangeline no pudo evitar observar lo que Douglas veía en la pared, pero no entendió lo que eran aquellos palos en aquel círculo. 

—¿Las siete quince? —preguntó el niño. 

—Así es, así que será mejor que desayunen y se apresuren a vestirse para la escuela. Hoy los llevaré —expresó su madre, entregándole un plato a su hijo y después a Evangeline, quien no tardó en agradecerle. 

Ella no pudo evitar fijar su vista en el plato repleto. Dougie le explicó cuales eran los waffles y cómo los podía comer, así que ella imitó al niño en cuanto este le entregó un poco de miel de maple y luego con su tenedor pinchó un trozo. Volvió a sentir que sus papilas gustativas explotaban. Mientras pasaba, Bruno al acercarse lo suficiente, no tardó en reír en bajo al notar la expresión de satisfacción y asombro de la mujer. 

—¿Y qué tal están? —preguntó Bruno. 

—Deliciosos —expresó ella con la boca llena, sonriendo de costado y después riendo al contagiarse del menor. 

—Mamá es un poco testaruda y no ha querido darme la receta —le dijo Bruno a Evangeline, mientras se llevaba un trozo de waffle a la boca. 

—Es porque es una receta Harkins —manifestó su madre, girándose y llevando su taza de café hacia sus labios—. Evangeline, ¿gustas café?

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora