𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]

»Capítulo 25«

Dedicado a sarsstars

Treinta y uno de diciembre de 2014.

—¡Sólo faltan quince minutos! —manifestó Dougie moviéndose impaciente en el sofá.

—Parece que tiene fiebre de año nuevo —bromeó Evangeline.

—Todos los años es así —expresó la matriarca de la familia Harkins y le esbozó una sonrisa mientras agregaba—. Siempre le gusta esperar en el sofá y después da un brinco para expresar un grito de que es hora de la cuenta regresiva.

—¿Cuenta regresiva? —preguntó la mujer y entonces Marian asentó unas cuantas veces para hidratar sus labios con una ligera pasada de su lengua por estos antes de explicarle con brevedad. 

—Es sólo contar de diez hacia abajo hasta por fin llegar a cero. Luego se grita y comienza el nuevo año. En este caso, un feliz año nuevo 2015 es suficiente.

—Eso suena divertido —comentó y ayudó a dejar el pay de zarzamora que había sobrado sobre la isla de la cocina.

—Lo es, más si lo vives con los Harkins —y le guiñó un ojo, produciendo una risita en la castaña.

Evangeline, por su parte, revisó su alrededor para intentar tener en su memoria cada detalle de su primer año nuevo que recordaba. Tal vez en el pasado tuvo alguno; tal vez incluso cabía la posibilidad de que jamás haya celebrado algo así en su vida, pero la intriga no le arrebataría la pequeña chispa de alegría que brotaba de su pecho en estos instantes.

Sus ojos se clavaron en Bruno y en su compañía, la simpática mejor amiga, Sherlyn. En este caso, le gustaba a veces más tiempo de lo que debía, ya que incluso si la misma joven la atrapaba viéndolos podría considerar que era una acosadora. Pero era casi algo inevitable porque siempre que los admiraba se daba cuenta de que sus sonrisas jamás abandonaban sus rostros. Estaban riendo, diciéndose comentarios graciosos y después Sherlyn era realmente impresionante con su carácter tenaz que, si se tratara de otro muchacho con aires machistas y de infladas fosas nasales por la repugnancia de haber golpeado su orgullo y ego, se daría vuelta y la ignoraría.

Bruno no. Bruno la conocía desde que eran niños y siempre tuvo presente cómo era Sherlyn Jordan. Evangeline, quien apenas la conocía desde que la ayudó a vestirse y prepararse para el dichoso evento de caridad (que hasta este momento aún le teñía las mejillas con un tono rojo por recordar lo que ocurrió esa noche), tenía presente que la mujer de cabellos ahora azules (se tiñió el cabello hace poco menos de una semana) le ocurría algo cuando estaba junto al mayor de los Harkins.

Era algo. Algo que esos ojos refulgían en algún rincón, escabulléndose hasta mostrarse unos momentos cuando se fijaba en esa sonrisa que carcajeaba repentinamente. 

—¡Tres minutos! —manifestó el menor de los Harkins y después la castaña se sobresaltó al ser arrebatada de sus pensamientos para por fin ser arrancada de su trance. 

—Es tiempo —le avisó Marian alzándose del asiento de la isla y después escuchó la puerta de entrada—. Más vale que no sea algún vendedor ambulante.

En cuanto se encaminó, Evangeline sólo se apresuró a sentarse al lado de Dougie, el cual estaba impaciente y tenía tamborileando sus dedos sobre sus rodillas.

—¿Estás emocionado? —él asentó, así que Evangeline le dibujó una sonrisa al sentirse contagiado del entusiasmo que brotaba por cada poro de la piel del niño—. ¿Y por qué lo estás?

—Porque es un nuevo año. Hay cosas nuevas, nuevas aventuras que explorar y... —una media sonrisa un poco melancólica se mostró hasta provocar que la atención de la mujer se colocara encima de sus expresiones con rigidez— y es algo que recuerdo que a papá le gustaba.