»Capítulo 84«

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-Puta madre -jadea Evangeline y se doblega de nuevo mientras se mantiene aun andando en círculos en la habitación del hospital.

-Oye, sabíamos que iba a pasar en cualquier momento -expresa Lincoln mientras deja de leer el libro que había en el lugar y observa que su mejor amiga vuelve a doblegarse de dolor.

-¡¿Cómo mierda no estoy en labor de parto aun?! ¡Realmente estoy lista para esto, Lincoln!

-La dilatación no es suficiente. La posición de las bebés es buena, ya escuchaste a la doctora Palmer. Pero necesita que sea más de diez centímetros debido a la cantidad.

Evangeline entonces vuelve a doblegarse de dolor y esta vez solloza, causando que Lincoln se alzara de su asiento y se aproximara para acariciarle el cabello.

-¿Quieres que llame a la enfermera?

-No -exhala la castaña y empieza a erguirse lentamente-. No, estoy bien.

-¿Segura? -Evangeline asiente y Lincoln pronto toma su celular-. ¿Aun nada?

-No, aun nada -comenta Perry y ve la hora. Pasadas la cuatro de la madrugada.

Llevaban más de una hora allí y Evangeline estaba perdiendo la paciencia. Seguía dando vueltas y las bebés parecían no querer cooperar.

Stephen seguía aun perdido y Cedric se había quedado dormido en la sala de esperar junto con Marian. Le había comprado unas galletas en la máquina expendedora y ahora parecía querer dibujar un poco.

La pelirroja no tardó en alzarse de su asiento y pedirle a Bruno que vigilara al niño. Él aceptó y Marian se aproximó a recepción en donde al parecer estaba la encargada de la entrada y salida de los trabajadores.

-Hola, buenas noches -dice la señora Harkins y tamborilea los dedos mientras lee el nombre de Dalilah en el gafete que utiliza la mujer-. Buenos días, en realidad, Dalilah -suelta una risita y entonces ladea su cabeza mientras presiona sus labios-. Disculpa, ¿es posible que pueda regalarme tres hojas y un lápiz para mi nieto, por favor?

La mujer mira por detrás de Marian y nota al chiquillo de cabellos rebeldes rubios que juega con un hombre pelirrojo que lo hace reír a carcajadas.

-Por supuesto -dice ella y se gira un instante, buscando lo que había pedido Marian. Cuando se devuelve, se lo entrega y la pelirroja agradece en bajo-. Es un poco inquieto a esa edad, ¿cierto?

-Como no tiene idea -expresa Marian y entonces se aleja, encaminándose hasta que Cedric se aproxima y Bruno mira a su madre-. Mira, esa amable señora me las dio. ¿Quieres jugar con tu tío Bruno y el tío Dougie?

El niño iba a hablar, pero observa que un señor se encuentra durmiendo cerca de donde están y atina a asentir con la cabeza. Le agradece entre susurros a su abuela Marian y se encamina de vuelta para pasar el rato con sus tíos.

Douglas juega un poco mientras Bruno se burla de su talento con el dibujo y se pierden entre risitas mientras Cedric arruga la nariz como su madre, concentrándose en lo que dibujaba y enfocándose en intentar que le quedara lo mejor posible.

Su madre le había enseñado que tener metas era bueno. Sin embargo, querer esforzarlas a que lleguen antes de tiempo era como si un pequeño globo estuviera en una habitación repleta de púas y agujas. Sería su perdición si no se mueve con delicadeza.

Tener paciencia era lo mejor que podría tener y quizá así llegaría el momento en que su padre entrara por esa puerta, buscándolos. Pero parecía eterna la espera y no sabía nada de su madre desde hace un tiempo. Sólo sabía que le dolía mucho y que una mujer con una silla de ruedas llegó, llevándosela mientras el tío Lincoln entraba para ayudarla. La tía Elaine dormía y Anthony se encargaba de la pequeña Roxy, tomándola en sus brazos a la vez que Sherlyn jugaba un rato con Libby más lejos de donde estaban los tíos Harkins y él.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora