»Capítulo 33«

696 68 16
                                    

Finalmente estaba presente, observándola de reojo mientras Mordo le explicaba cómo funcionaba el entrenamiento.

—Primero hay que dominar el anillo como parte esencial en las artes místicas, de esa manera lograremos poder atravesar por todo el multiverso y...

Quería seguir atento, concentrado en lo que Mordo le decía, pero era imposible cuando ella estaba ahí, justo ante sus ojos, luego de un año sin saber nada de ella.

Era como si estuviera pavoneándose, con esa mirada vivaz y esa forma autoritaria que tenía al mantenerse de pie y con las manos detrás de la espalda.

Su cabello que recordaba con mechones de ondulados tonos marrones achocolatados se había reducido a una melena totalmente corta.

Igualmente era glorioso poder verla en todo su esplendor. No obstante, podía ver algo distinto en ella. Más allá de lo físico. Estaba completamente amoldada a la realidad, siendo menos entusiasta, sin esa aperlada sonrisa preciosa y definitivamente había disminuido esa chispa que le refulgía como dos centellas cada vez que se topaba con su presencia.

Estaba, debía admitir, distanciada e indiferente.

—¿Strange? 

—Si, sólo... —parpadeó unas cuantas veces y aclaró su garganta—. Lo lamento, ¿qué decía?

Mordo miró de reojo a su compañera, quien le alzó perezosamente las comisuras de sus labios y finalmente el hombre observó al ex médico, quien observaba todo en total silencio.

—Evangeline te guiará con el resto del grupo. Es todo por mi parte este día —expresó y entonces inclinó la cabeza hasta aproximarse a la mencionada—. No lo trates tan mal.

—No prometo nada —le susurró en respuesta y se esbozaron una sonrisa de cómplices.

Tras eso, la sonrisa de Evangeline se desvaneció en un parpadeo y sus ojos se enfocaron en el hombre que yacía enfrente de su cuerpo, observándola con total atención; podía reconocer eso. Su mirada, esa mirada escudriñadora y astuta como un depredador hambriento.

Intimidantes, pero también curiosos.

—Sígueme, Strange —se limitó a decir ella, así que Stephen entreabrió los labios al escuchar decir su apellido con ese tono decidido y con convicción.

Pero no podía arruinar eso, no podía desaprovechar la oportunidad y, en el instante en que ella comenzaba a andar, él dio algunas zancadas y le tomó con cuidado la muñeca, deteniéndola en un segundo y logrando ganarse una mirada desaprobatoria de parte de Evangeline.

Tragó saliva.

—Eva, yo...

—Evangeline —le corrigió mientras lo interrumpía. 

—Evangeline —repitió su nombre, sintiendo cómo se resbalaba con comodidad por su lengua, deleitándose de ese efecto—. Necesito hablar contigo.

—Estamos hablando en este momento —manifestó ella con un tono tan áspero y neutral que incluso le pareció increíble escucharla de ese modo.

—No me refiero a eso, sabes que eso es aparte —comentó y notó la ligera mueca que adornó en los labios de ella—. Evangeline, necesitamos hablar sobre lo que pasó ese día que te fuiste del hospital y...

—¿El día que me fui? Vaya, creo que no dejamos las cosas claras ese día, ¿eh? —hizo una pausa tan tensa, casi como si ni siquiera el viento quisiera entrometerse en la incómoda situación que estaban viviendo—. ¿Todavía crees que estamos saliendo?

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora