»Capítulo 32«

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Todo comenzó en febrero. Febrero de 2016, la lluvia caía casi a cántaros y ahí estaba Stephen Vincent Strange, conduciendo uno de sus tantos autos lujosos.

Pero, al parecer, un simple vistazo a su dispositivo electrónico cambió todo.

Once clavos de acero en los huesos, varios ligamentos desgarrados, daño nervioso severo en ambas manos y, para finalizar, la operación duró once horas.

Durante meses y semanas transcurrió un proceso de sanación en donde la negación y arrogancia de Stephen incrementaba hasta frustrarse sin tener ni un sólo proceso.

El tiempo siguió andando. El doctor Strange (o tal vez ex doctor) comenzó una búsqueda por todas las posibilidades. Tecnología de la más avanzada y la mayoría extranjera. Investigaciones con sus colegas de medicina, acompañado de su derroche extremo y jamás visto de sus montañas de dinero acumulado por sus años de trabajo como neurocirujano.

Cada centavo se lo estaba gastando en cirugías (las cuales se acumularon a ser siete) y no se daba por vencido. No paraba ni día y ni noche. El cansancio físico y mental se intensificaba, al igual que su aislamiento.

La soledad era lo único que lo cubría, agregándole también la obsesiva idea de buscar una solución a su situación actual.

Casi un año entero de su accidente y sólo había visto un declive de progreso donde sus manos hacían cosas básicas como escribir o teclear su computadora; mas lo hacía con los dedos trémulos y débiles, temblándoles sin parar.

Finalmente encontró a Jonathan Pangborn, el parapléjico que, milagrosamente, logró volver a caminar.

Apenas habló con él y le preguntó sobre cómo lo había hecho y su situación, Jonathan se cruzó de brazos al final cuando le habló sobre Kathmandu y el templo de Karma-Taj.

—Hace tiempo una mujer me preguntó lo mismo que tú, quería sanar.

—¿Y lo logró?

—Lo debió de hacer, se notaba que era muy decidida —se aproximó y simplemente dijo una última palabra para girarse y seguir con el juego de baloncesto—. Suerte.

Jamás se imaginó que viajar con sus últimos recursos de la que fue alguna vez una fortuna para un país completamente desconocido lograría encontrar a la mujer que un día intentó visitar una última vez.

Jamás se imaginó que volvería a verla, con esos deslumbrantes ojos marrones y el cabello totalmente corto que apenas se vislumbraba que pudiera recogerlo.

Estaba vestida como ellos. Era parte de esa locura y, repentinamente, se sintió totalmente desconcertado.

—¿Doctor Strange?

La mujer sin cabello le llamó de nuevo. Él dejó de observar a Evangeline y entonces se enfocó en quien estaba a su costado.

—¿Quiere continuar con sus palabras? De todas formas, tienes una triste opinión de ti.

Stephen arqueó la ceja, sacudió la cabeza y entonces suspiró intentando volver a concentrarse en el tema que estaban sobrellevando.

—Crees que puedes mirar a través de mí, ¿no es cierto? —la ira e irritación comenzaba a intensificarse de nuevo, pero esta vez parecía acompañada del asombro—. Pues no. 

Y comenzó a aproximarse a la mujer, alzando su dedo y finalmente golpeándole el pecho. 

—Pero yo si a través de ti.

Evangeline asentó a la dirección de Mordo y entonces los dos se empezaron a dirigir hasta el recién llegado, el cual había sido golpeado y había entrado a la dimensión astral. Esto lo había visto cientos de veces y estaba acostumbrada a qué hacer.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧𝐭𝐨 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 [𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora