El verdadero Plan

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Sara era inocente en muchas cosas, a veces le costaba todavía entender el doble sentido y se sentía mas cómoda pintando sus uñas de un rosa imposible que en resolver los problemas de aritmancia que su tutor privado le mandaba por lechuzas.

Pero no era una tonta y como cualquier Slytherin respetable era mil veces mas astuta de lo que se dejaba ver, mantener las cosas en secreto era desde siempre un componente clave para triunfar en cualquier cosa, y la especialidad de Sara era actuar en las sombras. Un comportamiento que aprendió de su padre, después de todo el señor Wilkes no era una persona tan buena como se dejaba ver, en realidad era esa clase de ser humano que haría lo que fuera para salirse con la suya o por obtener algo a cambio, y solo era verdaderamente leal y bueno con su princesa, a los demás por él, que fueran devorados por los hombres lobo, no le interesaba.

Y claro el plan para hacer a Eli llegar al corazón de Arthur era mucho mas elaborado que la tontería que habían hecho. Aquello no fue mas que la atrapa inicial.

Sara dijo que le había bajado y que no soportaba el dolor, así que Pomfrey se compadeció y le dio un permiso para quedarse en su sala común todo el día, si tan solo la enfermera supiera que a las mujeres Wilkes no les da la regla. Claro, Sara siempre era cuidadosa sabiendo que solo podía tomar esa excusa de tres a cinco días una vez por mes, así que escogía sus batallas. Eli tenía suerte de ser su primo favorito.

Aprovechando su permiso de ausencia se quedó en Hogsmeade tomando su forma de animago, un pequeño colibrí, para poder vigilar que su plan siguiera su curso y para su satisfacción así fue. Bravo por Sara, sus planes siempre son perfectos, le debía su sentido de precaución a su padre y la la habilidad de entender a las personas de su madre, uff, debía visitarla pronto en el pabellón de enfermedades mentales mágicas.

Arthur no pudo dormir después de el incidente, de todas formas había un largo día por delante y tenían que organizarse para buscar a Evans, si Lucius tenía razón, y rara vez se equivocaba, Evans estaba estaba bien porque de no ser así la unidad de captura de hombres lobo ya estaría en el pueblo y en Hogwarts buscando a Remus. Así que tenían que encontrarla y asegurar de cualquier forma posible que el secreto del pobre Remus no saliera a la luz.

El pelirrojo suspiro por tercera vez mientras bebía su té, y no por cansancio ni nada parecido, fue un suspiro complacido. Debería tener su mente en el asunto del lobo, siempre era así cuando se trataba de algo que le importara a Lucius, pero esta vez su mente estaba muy lejos del rubio y sus deseos... Solo podía ver con felicidad el ramo de rosas en la mesa, nadie jamás le había dado flores, y recordar como ese chico se había puesto nervioso... Vaya, después de la sorpresa inicial solo le pudo parecer adorable y dulce, fue muy halagador saber que podía provocar algo así en otro ser humano.

Cuando fue estudiante nunca le gustó a nadie, la gente lo evitaba por algún motivo, pero Lucius siempre estaba a su lado haciendo que no se sintiera un cero a la izquierda, a muchos de sus compañeros de casa les daba miedo Lucius, pero era porque en opinión de Arthur no le conocían realmente y le temían al apellido, y si llegó a escuchar rumores de Lucius intimidando a medio mundo no los escuchó, no iba a perder el tiempo dudando de su único amigo.

Inevitablemente se enamoró de él, imposible que no pasara, pero nunca aspiró a tener su amor, es que ni siquiera lo pensó como una posibilidad, no por una cuestión de baja autoestima o algo así, sino porque creía que Lucius solo le miraba amigo y esa clase de cosas no quien cambiar por mucho que las fuerces.

Molly lo miró con amor si, durante un tiempo, y luego ese amor solo se acabó. No fue culpa de nadie, la vida a veces no lo que uno planea, se habían precipitado al casarse, afortunadamente no lo habían hecho de la forma tradicional así que se podían separar. Iba a ser difícil pero continuar juntos habría sido un error, además ella estaba emocionada volviendo a salir. Todo había quedado en buenos términos porque Arthur no peleó, y se hizo lo que ella mandó. Ella se quedaba con la casa y con el hijo que esperaba, porque estaba embarazada, y Arthur tenía un año para buscarse un nuevo hogar. Solo un año pues era el tiempo en que sus hijos mayores vivirían con Molly, después de eso Charlie y Bill se mudarían con Arthur así fuera en la vieja estación. Molly no los estaba corriendo, Charlie y Bill podían vivir toda la vida si así lo querían, pero ellos habían escogido estar con Arthur y en el ministerio dieron prioridad a lo que los niños quisieron.

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora