Un corazón aplastado

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Lily se tuvo que regresar al no encontrar su varita entre su ropa, si, era una misión suicida arriesgarse y meterse una vez mas a la sala común de Slytherin, cuando podía perfectamente hablar después con Carrow, pero por alguna razón la vocecita de su conciencia que le hacía ser sensata estaba apagada, hasta una parte en su interior le parecía incluso divertido escabullirse.

Y lo hizo. Entró gracias a que esa semana había buscado y aprendido la contraseña, después de todo necesitaba todas sus armas para hablar con Severus. Pero eso era otro asunto, ahora debía buscar su varita.

Afortunadamente todavía era demasiado temprano y no había nadie deambulando, si acaso vio a Barty Crouch Jr salir del cuarto de Alecto Carrow a toda prisa con dirección a fuera, lo esquivó por poco tras una de las enormes cortinas decorativas. Y entró encontrándose con la gran, fuerte e intocable Alecto Carrow a punto de llorar y con la compostura mas frágil del mundo.

Además tenía un aroma como de... ¿Preocupación? ¿A qué rayos olía la preocupación? Bueno, Lily no tuvo tiempo de pensarlo mucho, Carrow se dio cuenta de su presencia.

—¿No te dejé afuera Evans? Mierda ¿Qué haces aquí y como te metiste?

—No tenía mi varita conmigo y...

Alecto espabiló un poco y volteó a los lados buscando el objeto de madera, al final lo vio sobresaliendo entre las sabanas mal tendidas, la tomó y se la arrojó a la pelirroja.

—Ahora vete, estoy segura de que si supiste como entrar, sabrás como salir.

—Seguro.

Lily no se movió, jugó un poco con sus dedos, el olor de Alecto le incomodaba, tanto así que sentía la necesidad de hacer algo porque desapareciera esa peste de ¿tristeza? ¿Miedo? Tal vez fue porque la chica Carrow le había salvado la vida, pero quería ayudarle aunque no supiera como. Maldición, ella era muchas cosas pero no una entrometida.

—¿Vas a irte o no Evans? No tengo tu tiempo y como puedes comprobar supongo, te darás cuenta que no es un buen momento, devuelve el favor que te hice y largate.

—¿Qué pasó?

La pregunta de Lily iba en ambas direcciones, no sabía que le estaba pasando para reaccionar de esta forma, era como mas instintiva, sin pensar tanto las cosas como siempre, como si hoy su cordura habitual estuviera dormida.

—No importa. No es tu problema.

—Yo sé que no lo es, sea lo que sea... Pero, tal vez quieras matarme, yo lo haría si fuera al revés, pero, no me voy a ir dejándote así, me gustaría, pero no puedo.

—Juro que no tengo humor para tu lástima o tu instinto de Gryffindor suicida, ni nada. No quiero, vete antes de que Sara regrese y grité tan fuerte que atraiga a todos hasta aquí.

—No todos los Gryffindor tienen...

—No te atrevas, por lo que sabemos tu lo tienes y muy desarrollado.

Lily iba a replicar cuando Barty regresó, se veía peor que la última vez que lo vio. Y Barty no tomó en cuenta a Evans, si, se dio cuenta que ella estaba allí, pero le importo poco, y fue directo a Alecto.

—Iba a pedirle la chimenea al profesor Slughorn, pero la lechuza de tu papá trajo una carta, la leí, perdón. Aparentemente nadie vio Amycus después de salir del consultorio del señor Carrow, y en el ministerio no tienen registrada su salida, no hay testigos, ni pistas, Amycus no se a comunicado para nada y lo siento pero él...

—Desapareció...

Barty asintió con la cabeza y le entregó el sobre.

—Si. Pero no te preocupes, el señor Chang se puso a cargo del caso, y tu tía Carrie está ayudando. Encontrarán pronto a Amycus, y tal vez con suerte solo se quedó encerrado en alguna oficina de forma accidental. Mira, iré y le enviaré una carta a Bellatrix con tu lechuza, entre mas seamos mas rápido se resolverá esto, y ella daría su varita por ti.

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora