El tiro por la culata

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—Quiero llegar virgen al matrimonio...

Esa fue la única excusa que Regulus en su mente acalorada pudo inventarse después de que a mitad de sus sesión de besos, James metiera mano bajo su ropa y él se la golpeara alejándolo. Regulus se recriminó por ser tan mal Slytherin y no decir algo menos vergonzoso, ahora seguro su plan se iba por la borda, no imaginaba a alguien como Potter queriendo algo con un mojigato mimado sangre pura, un amigo de su hermano definitivamente no se quedaría con algo como eso.

Pero James no pensaba así. Aquella frase solo hizo que lo quisiera más, ese sentimiento que había nacido en él por Regulus estaba creciendo a pasos agigantados. El miraba a Regulus como algo realmente especial y único, y si, ya se imaginaba que algo tan grande tendría como precio el anillo y la ceremonia. Un precio que en su mente valía totalmente la pena.

La mente apasionada de James empezó a trabajar en planes de boda...

Sonrió como bobo y beso tierno a Regulus.

—Si es lo que quieres por mí está bien. Puedo esperar.

¿Qué significaba eso? Era una pregunta que gritó en su mente el Black.

James hizo que ambos se tumbaran en la hierba sobre su capa, recostados en un abrazo y así estuvieron hasta la hora de la cena, a regañadientes el Gryffindor lo dejó ir, pero Regulus estaba desesperado por irse... Reg jamás se habría imaginado lo empalagoso y aferrado que podía ser James Potter, ¡Parecía una garrapata!.

Tenía que admitir que besaba con una habilidad extraordinaria y que le había gustado mucho más de lo que había considerado, pero eso no era suficiente para querer a alguien o para no hartarse después de varias horas sin parar. Se sentía extraño con su situación, y otra cosa que podía admitir es que talvez se había equivocado de víctima, no imaginaba por ejemplo a Remus Lupin comportándose de esa manera tan... ¿Cariñosa? Le daba escalofríos solo de recordar las manos de Potter recorriendo su cuerpo aún por encima del uniforme.

Y las cursis palabras que escuchó de la boca del Gryffindor aún lo hacían sonrojar por lo abochornado que lo dejaron. Y más importante aún, Potter se atrevió a decirle de forma muy clara que quería una relación seria, tirando indirectas de estar juntos para siempre... ¿No sé habría equivocado?

No fue a cenar, no tenía estómago para ello y en su lugar subió a la torre de astronomía para buscar calma, en la sala común le harían mucho preguntas que no podría contestar si lo veían alterado.

—¿Dónde has estado? —preguntó la familiar voz de Sirius— no te he visto en todo el día y me tenías preocupado... ¿Sabés la clase de cosas que he imaginado? ¿Y si te hubieran hecho daño?

Regulus no lo volteó a ver en ningún momento, seguía enojado con Sirius por haberlo abandonado en casa, no iba a perdonarlo pronto y menos porque gracias a eso sus padres encontraron la excusa perfecta para casarlo con Lucius sin su aprobación.

—Mis asuntos no te importan Sirius.

—¡Claro que sí! Eres mi hermanito, mi pequeño y dulce hermanito —suspiró pesadamente—. Reg, yo no me fui para dejarte, me tenía que ir de esa casa y lo sabés, pero nunca voy a separarme de ti. Te amo, eres mi única familia y no voy a olvidarte. Conseguiré un lugar permanente donde vivir y te llevaré conmigo... Solo tenme un poco de paciencia.

—No te creo.

—Pues voy a hacerlo y tendrás que creerme, estamos juntos en esto ¿Recuerdas? Tu y yo contra el mundo, nadie más.

—Vete Sirius...

El mayor estaba a punto de obedecer, no para rendirse sino para volver cuando tuviera todo listo, iba a demostrar con acciones y no con palabras vacías que estaba dispuesto a cuidar de él y sacarlo de ese infierno que eran sus padres... Si, estaba a punto de retirarse.

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora