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—¿Mi tío? ¿Por qué sobre él?

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—¿Mi tío? ¿Por qué sobre él?

—Dije que te limitaras a responder lo que quiero.

—Bien, bien, ya entendí... No sé por donde empezar ¿Qué quieres saber?

Ni Peter ni James entendieron a donde iba esta conversación, pero si notaron la ropa nueva de Remus, sus ojos rojos de haber llorado y el bolso que abrazaba contra su pecho. Decidieron dejar sus temas personales a un lado por ahora, y solo concentrarse en darle apoyo a Remus, pues aparentemente algo importante había pasado mientras estaba solo.

Casi al mismo tiempo ambos se pararon de sus camas y fueron hasta la de Remus, James se sentó a su lado, Peter en la esquina inferior izquierda y Sirius que ya estaba allí, en la derecha.

Sirius fue el único que no notó raro a Remus, puede que porque después de estos días tan caóticos su sentidos agudos ya estaban apagados por el cansancio. Si a caso se dio cuenta que Remus tenía una chaqueta nueva y era cara, pero eso no fue lo suficientemente llamativo como ponerle en alerta.

—TODO.

—Bien, no será mi culpa si divagó en tonterías... Datos generales. Era el mas alto de toda la familia, casi alcanzó los dos metros, y tenía el cabello largo y carnoso, los ojos grises, y cicatrices por todas partes...

—¿Por qué las cicatrices?

—La mayoría eran quemaduras, él entrenó personalmente a los dragones que cuidan las bóvedas familiares y pasaba sus vacaciones en Rumania atendiendo mas dragones, sus vacaciones nunca duraban mas de tres días porque era un adicto al trabajo pero las aprovechaba mucho. ¿Qué más? Ah, si, su color favorito era el amarillo. Su comida favorita era el chocolate en todas sus presentaciones igual que tu, bueno, no igual, lo suyo era brutal. Tenía en su casa chocolate escondido por todas partes.

—¿De verdad?

—Si, era divertido visitarlo cuando eramos niños. Imagina, llegamos nada mas para buscar chocolates escondidos, una vez encontré una caja entera bajo las cenizas de la chimenea.

—¿Iban mucho a su casa?

—Tanto como podíamos, era el escape perfecto, su casa era prácticamente un campo de diversión. Había pintura, allí estaban nuestras escobas de juguete, tenía una lechuza que sabía jugar Quidditch, y casi un parque de juegos en el jardín.

—Que suerte...

—Si, su casa era mi hogar lejos de casa. Cuando volví a casa en navidad de mi primer año se desató el infierno, mi madre llevaba años estando rara, y siendo mas intolerante de lo normal, pero nunca nos puso una mano encima ni apuntó su varita contra nosotros... Hasta ese año. Fue una tortura, y cuando mi tío Alphard se enteró después se enfrentó a mis padres y esas vacaciones de verano me fui con él.

—Pero siguieron torturándolos —intervino James—.

—Si, porque mis maravillosos padres aprendieron a no dejar marcas visibles fuera de la ropa y como hacernos cerrar la boca. Reg, la chicas y yo tuvimos suerte de tener un lugar a donde escapar ocasionalmente, porque déjenme decirles que tener como madre a mi tía Druella tampoco parece ser muy agradable. El único de nuestros parientes que debió ser padre fue mi tío Alphard, y a lo mejor mi tío Cygnus si fuera padre soltero.

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora