Amycus

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Había pedido un permiso especial para ver a su padre en el ministerio, que Dumbledore le dio solo porque el profesor Grindelwald estaba allí, no sabía que haría Amycus si no tuvieran al esposo de Dumbledore de lado de los Slytherins, literalmente era el único profesor que se preocupaba por ellos.

Así que estuvo desde temprano esperando a que su padre se desocupara, tras cuatro horas en la sala de estar salió a dar una vuelta y la secretaría le prometió mandarle un avión de papel para avisarle cuando pudiera pasar.

Su padre era una buena persona, un gran padre, pero era un adicto al trabajo de lo peor así que todas sus citas siempre eran una tras de otra, un gran medimago que solo trabajaba atendiendo a los magos y a las brujas de los puestos mas altos de la comunidad mágica inglesa, y como tal su consultorio estaba no solo en el ministerio sino cerca de la oficina del ministro. Amycus debió prevenir que su padre estaría ocupado atendiendo la epidemia de varicela rosa que se dio hacía poco en un baile de mascaras, de la que ya les había hablado en sus cartas. Si, debió hacer una cita con antelación, pero ya estaba allí y le iba a tocar esperar.

Llegó a dónde estaban las chimeneas y saludo a algunos amigos de la familia, después fue a la oficina de aurores a saludar a su ahora suegro el señor Chang que era el actual jefe del departamento, que claro ya sabía todo y lo presentó a sus amigos, el señor Chang era mucho mas animado de lo que creyó que podría ser un adulto, claro, Amycus no estaba acostumbrado a los adultos que no fueran serios y formales. Después fue a visitar a su tía Carrie la gemela de su padre y comió con ella en la sala de profecías, ella como inefable podía entrar y llevar a quién quisiera por cualquier lugar, no tenía restricciones así que era divertido pasar tiempo con ella aún cuando era fría como un tempano de hielo y tenía el humor mas negro del mundo mágico.

Recibió el avión mientras mientras intentaba pelear con una puerta pues la tía Carrie lo dejó encerrado en la cámara de la muerte a oscuras, pero al llegar el avión lo dejó salir para que fuera a ver su padre. De acuerdo, a veces no era tan divertido pasar tiempo con la tía Carrie, pero todo lo compensaba ser el sobrino favorito y recibir enormes y costosos regalos cada navidad.

Iba de regreso cuando escuchó la voz de Orión Black y de otro sujeto charlando en voz muy baja... Amycus se detuvo y se escondió tras una columna, no tenía intención de espiar, pero si pasaba por allí y El señor Black lo veía pensaría que si, y ese era un terreno peligroso que no querría pisar, iba a quedarse escondido hasta que se fueran, de verdad que su intención nunca fue escuchar aquello.

—¿Se creyeron lo del testamento Black? Tendrás que perdonarme, pero tus familiares son idiotas.

—Ya Wilkes, dime algo que no sepa. Cambiando de tema espero que tengas listo todo.

—Ya presenté el testamento y la apelación, recibiremos el veredicto en tres días y como pediste me encargué de comprar la votación así que está arreglado.

—Mas te vale, necesito todo en orden antes de que Lucretia se entere y meta las manos ¿Y en cuanto a lo otro?

—Vi el reporte forense con mis propios ojos, las burbujas de aire no fueron detectadas ni por asomo, Druella tenía razón... Aún me cuesta entender como se le ocurrió usar aire para tener su corazón, y mas aún usar una poción oculta en su té para ello, es una genio, y una muy malvada, Alphard debió sufrir mucho al final. Recuerdame jamas hacerla enojar.

—Mientras sigas siendo nuestro aliado nada hay que temer.

—Por cierto ya me encargué de cortar el apoyo económico a esos traidores a la sangre. Solo nos queda Cygnus que le sigue dando oro a su... Bueno, a esa cosa.

—Por Cygnus ni te preocupes, el testamento que hemos validado indica que Cygnus no podrá tocar ni una maldita moneda sin obtener la firma de Walburga, y de que no la consiga me encargo yo.

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora