Lucius

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Hogwarts siempre había sido su escape de la realidad. El mundo de donde provenía era frío y a veces insoportable para su estabilidad emocional. No es que no disfrutara el poder o los beneficios con los que venía ser un sangre pura aristócrata... Pero a veces, solo a veces deseaba tener una vida mas normal, sin presión o sin todas las reglas que había tenido que obedecer desde chico, si, a veces le gustaría algo mas emocionante o más simple, lo que fuera que lo sacará de donde estaba metido.

Regulus era su excusa para visitar Hogwarts, pero en realidad no le importaba mucho el menor de los Black. Claro, se llevaban relativamente bien, pero Lucius no podía dejar de ver a Regulus como un niño y le incomodaba mucho que lo quisieran comprometer con él, tal vez era porque habían crecido prácticamente juntos pero su percepción sobre Regulus era la de un bebé en pañales. Así que no, no le gustaba y nunca le iba a gustar, y no, tampoco sabía que haría si de verdad terminaban casados ¿como maldita sea le iba a ser un bebé, a ese bebé? No, ni pensarlo, traerlo a su mente le daba náuseas.

Sin mencionar que Regulus tampoco era precisamente su tipo... El menor de los Black no tenía nada de malo, pero el gusto se pinta en colores y hay de todos los sabores, y ese aura de perfección cansaba a Lucius, él disfrutaba mas de las personas cálidas y de la torpeza, y decididas y en pocas palabras Gryffindorescas... Nunca lo admitiría en voz alta claro, pero no podía negarse así mismo las cosas evidentes.

Su primer amor había sido Arthur Weasley, una pena que la chica Prewett se le haya adelantado, una batalla perdida que aún ahora debía admitir que dolía... No se había permitido amar después de eso, y era muy difícil para él escuchar noticias de Arthur hablando sobre su familia y sobre sus hijos y lo feliz que era. Por su bien terminó su amistad con Weasley, era auto destructivo para Lucius seguir allí, así que aunque le doliera fue la mejor opción.

Intentando alejar a Arthur sin querer terminó convirtiéndose en una copia de su padre, lo único que jamás había querido. Afortunadamente Regulus lo había puesto en su lugar y le había aclarado la mente con respecto a su actitud, a veces, que eran muchas veces, perdía el rumbo porque era fácil dejarse llevar, pero tenía buenos amigos como Narcissa que le podían dar una cachetada cuando se lo merecía.

Había días donde se hundía en su propia miseria al pensar que habría pasado de haber tenido el valor, ¿qué hubiera sido de su vida si Arthur lo hubiera querido una pequeña de lo que él lo había llegado a amar? Pero eso siempre terminaba con el mismo pensamiento; Ella lo hace feliz, ella es buena, es evidente que son el uno para el otro, así debía ser.

En esos días también tenía la tentación de mandarle una carta a Arthur y disculparse por ser tan estúpido, de reanudar su amistad, pero pensando en el bienestar del pelirrojo siempre terminaba por no hacerlo. Después de todo, Lucius se había convertido en una mierda de persona difícil de tolerar, ¿quién querría si quiera ser amigo de alguien así?

Bueno, estaban los Black excluyendo a Sirius claro, pero los Black eran como familia, y la familia te tiene que tolerar aunque no les gustes y deben quererte y todas esas cosas ¿no?.

Entonces se dio cuenta de que tenía un amigo, un mejor amigo o lo mas cercano a ello: Xenophilius Lovegood. Compartían intereses, rarezas que Lucius ocultaba bajo la superficie, chistes que solo ambos entendían, creencias en cosas que los demás a penas y podían imaginar, y la facilidad de ser ellos mismo con el otro. La pasaba en grande estando con Xenophilius, lo mejor es que incluso sus padres, sus estrictos y a los que nada les gustaba padres, estaban bien con que fueran amigos.

Pronto claro empezaron los rumores entre sus amistades cercanas sobre que Lucius se había enamorado de Xenophilius, y a pesar de que no eran verdad y de que incluso no había podido superar a quién fue su primer amor... Lucius no solo no lo desmintió, le dijo a todos que era cierto. ¿Por qué? Porque a él le hubiera gustado que fuera verdad, que renunciar al dolor y enamorarte de alguien bueno que te puede hacer feliz fuera tan fácil.
Y luego estaba el asunto de Lupin...

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora