los Black parte 2

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—¿No pudiste esperar a que se acabara el día verdad? —habló Druella con diversión — se vera muy mal para los demás si te encuentran celebrando cuando aun no hemos ni cenado, Orión, querido.

—Bueno, estoy tomando solo un poco de vino, y si preguntan puedo decir que es por duelo.

Ambos sonrieron ante el chiste. Tenían caracteres muy parecidos y esencias compatibles. Orión era poderoso, masculino y algo oscuro. Druella era sexy, misteriosa y astuta. Habían sido amigos desde Hogwarts, una alianza predecible y satisfactoria. Pero nunca se gustaron mutuamente de forma sexual, porque se sentían atraídos por cosas diferentes. A Orión lo enamoró la fuerza y el poder de Walburga. A Druella le excitaba la mente de Cygnus y terminó por convencerse de que era el indicado cuando supo que Cygnus como estudiante de quinto año ya había amasado una fortuna mas grande que la de sus padres, no estuvo dispuesta a dejarlo ir desde entonces y lo hizo su esposo en cuanto cumplió la mayoría de edad.

Eran muy felices en sus respectivos matrimonios, en especial desde que se deshicieron de Andromeda y Sirius. Como decían por ahí, el primer intento siempre se hecha a perder, y a ellos no les gustaba conservar la basura. Sin embargo Druella estaba tan orgullosa de Bellatrix y le emocionaba poder aprovechar la belleza de Narcissa para su beneficio personal. Y Orión tenía todas sus esperanzas puestas en Regulus, iba a convertirle en el mago mas poderoso e importante que jamas haya nacido, la alianza con los Malfoy era vital y estaba contento de que ellos pensaran como él.

Druella se sentó a lado de Orión y tomó su propia copa de vino.

—¿No te parece ridículo todo éste alboroto por ese traidor?

—No podría estar mas de acuerdo contigo. Walburga sabe perfectamente que Alphard apoyaba económicamente a esos badulaques... Alguien tan dispuesto a hacer tal infamia merece que lo lancemos a un hoyo y nos olvidemos de él.

—¿Verdad? Cygnus no ha parado de llorar, odio cuando se pone tan sensible. No le queda, se ve mucho mas sexy cuando se enoja.

—Igual que Walburga, me pone cuando grita y saca su varita para sacar maldiciones imperdonables... Es adictivo de ver.

—Tenemos que hacer algo. No planeo pasar las siguientes semanas siendo un pañuelo de lágrimas.

—Ya me adelante, no te preocupes.

—¿Y se puede saber que haz hecho pequeño bribón?

—Solo te diré dos cosas la primera es que después de que suceda no habrán mas lágrimas para ese pelele, y la segunda... ¿No te importa no recibir nada de su herencia, verdad?

—Claro que no, estaría sintiendo que es dinero sucio y claramente no lo necesito, bendito sea mi precioso marido.

—Entonces todo está dicho. Te propongo un brindis por una vida sin mas complicaciones indeseables.

—Creo que puedo brindar por eso.

Chocaron sus copas con alegría antes de tomar hasta la última gota y volver a llenarlas.

—Me siento mas libre que nunca.

—Finalmente serás la cabeza de la familia Black después de tantos años de planes y... Estoy feliz por ti.

—¿No te importa que tu esposo no tome el mando?

—¿por qué querría que Cygnus desperdiciara su tiempo así? Si no está produciendo galeones lo quiero en mi cama, no hablando con tipos viejos e imbéciles para conservar nuestra posición social. No, ese es tu trabajo perfecto y estoy orgullosa de ti, Cygnus no nació para esas cosas.

Una broma pesadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora