Un regalo no muy agradable

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- Que lindo cuaderno. Yo tenia uno parecido. ¿Dónde lo conseguiste?

- Me lo regalaron para navidad. - Tenía las manos sudadas.

- ¿Quién? - No sabía que decirle. Jamás le guarde ningún secreto a mi madre. Era difícil mentirle. En ese momento no pensé, solo abrí la boca y deje que las palabras salieran solas.

- No lo sé.

- ¿Cómo que no lo sabes?

- Es difícil decírtelo. - Se quedó parada delante mío. Dejó el diario arriba del escritorio. Doblo su brazo izquierdo, apoyando su puño en la cintura, mientras que en la otra tenía apoyada sobre la tapa del objeto que había dejado.

- Te escucho. - No quería mentirle, pero si le decía la verdad, de seguro se iba a asustar o enojar. El corazón estaba por salirse de mi pecho.

- Les dije a las chicas que hagamos el juego que hacía en la escuela muggle.

- ¿Cuál juego?

- Ese de tener una persona que te obsequie algo para navidad, sin saber quien es esa persona que te lo regalo. - Aun seguía desconfiando. - Como alguna de ellas querían regalarles algo a todas, y otras no teníamos dinero para hacerlo, se me ocurrió esa idea.

- Que buena idea. - Recupere un poco el aliento. - ¿Y tú que regalaste? - El juego no se había terminado.

- Una pluma con un cuaderno. Era para Emily. Si, a ella le encanta escribir.

- Que bien. Bueno... ve a dormir. Nos vemos en la mañana. - Antes de irse me dió un beso en la frente.

Tenía nauseas por lo que había pasado.  Sentada en la cama, mire por la ventana. A lo lejos pude ver una lechuza que venía a hacia donde estaba. Menos mal que levante el vidrio. La lechuza pasó volando para estrellarse contra la cama. A un costado dejó una carta. Antes de irse, me miró como saludándome. Se inclinó y se fue. Era una carta de los gemelos.

- Hola de nuevo. - Mientras esperaba la respuesta del otro lado. Fui abriendo la carta de apoco.

- ¿Cómo estuvo la cena?

- Bien. Estoy por abrir tu paquete. Estoy ansiosa por saber que es. - Deje la carta a un costado.

- ¿Cuál paquete? - Antes de abrirlo, mire el paquete. Lo deje de nuevo en la mesa.

- Nada. Solo bromeo.

- ¿Alguien te mando un paquete? Creí que era el único.

Lo tome para sacudirlo y poder distinguir que era, pero no lo logre. Antes de abrirlo, sospeché quien me lo había mandado. En la tapa de la caja, había algo escrito. "Para que no nos olvides". Tuve la mala idea de abrirlo. Levanté la tapa. Una bomba fétida explotó delante mío. El olor, creo que se me metió hasta el cerebro. Era horrible.

Corriendo e indignada por lo que había recibido, tuve que bañarme. Media hora después, de lavarme dos veces, no podía sacarme ese aroma de la mente. Volví a la habitación, el chico del diario seguía hablando. Por un momento pensé que como no le había respondido por mucho tiempo, se abría ido. Esta vez no fue el caso. Preguntaba si estaba bien. Si estaba enojada con él o si el paquete tenía algo malo.

- No te preocupes. Tuve que bañarme por un paquete que tenía una broma adentro.

- Me imagino que debe de ser los Weasley. - deje la pluma en el aire. ¿Cómo sabía que eran ellos?

- Todavía no lo sé.

- Con este regalo que te enviamos... - Comenzaba la carta. - Quizás te lleguemos a perdonar algo. Todavía seguimos enojados. Bueno, Fred más que yo. La verdad te extrañamos. - En ese momento se me ocurrió una brillante idea. Y tenía una excusa para hacerlo. - No le digas a Fred que te lo dije. Saludos, George.

Como una tonta, pase los dedos sobre la tinta del pergamino. Le pedi al chico del diario que me esperara para mandar una carta. Él no tenía ningún problema. Le escribí a George que los extrañaba mucho. Sabía que no podía compensar el haberlos abandonado el año escolar, pero pondría mi máxima esfuerzo para lograrlo. Ellos me importaban mucho, y no quería volverlos a decepcionar. No sabía como lo iban a tomar, pero era sincera.

- Gracias por esperar.

- No te tomó mucho tiempo.

- No. Fue un mensaje corto. - No sabía que temas hablar con él.

- ¿Félix esta bien? - Había olvidado que sabía todo de mí, y que tranquilamente podría llevar la conversación.

- Bien. No sabía que le había arrancado algunas plumas sin querer.

- Uh. Que horror... - Seguía oliendo el cabello y la ropa. Aún sentía ese olor. - ¿Cómo te llevas con los Weasley? - Esa pregunta era por ¿celos o curiosidad?

- Bien. Son como mis hermanos. - Uno si, el otro es como el amor de mi vida, pero en el último año puse eso en duda.

- Noto que te llevas muy bien con ellos.

- Si. Me llevo así con muchos chicos. No quiere decir que gusten de mi o yo de ellos. Todavía falta para llegar a ese nivel.

- ¿Los Weasley siempre te regalan algo? - Miren quien esta celoso.

- No. Si lo hacen son bromas pesadas. Fue una bomba fétida lo que me enviaron. Como consecuencia por no saludarlos al salir de la estación.

- A mi tampoco me saludaste, y no te mande una bomba fétida.

- Si sabría quién eras, quizás lo hubiese hecho.

- Sabes quien soy. Incluso me viste en el tren antes de bajar. - Antes de bajar vi a más de una docena de chicos.

Estuvimos hablando de eso y de otras cosas hasta que se hicieron las dos de la mañana. Quería seguir hablando, pero él debía levantarse temprano. Tenía que buscar una estrategia para poder sacarle más información. Igual, iba a ser algo complicado. Él era muy listo como para dejarse engañar. De alguna forma tenía que lograr descubrir quien era antes de volver a clases.

Mi vida en Hogwarts 3er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora