Hogsmeade

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- ¿Ya tienen sus cosas? - Ese día iríamos a Hogsmeade.

- No encuentro mi permiso. - Saque todas las cosas del baúl y no lo encontraba. Revise uno por uno los libros, menos uno, el diario. - Aquí esta. - Entre las páginas estaba la carta azul que me habían enviado, junto con el permiso.

- ¿Que esperas? Vámonos. - Megan estaba ansiosa.

Le entregamos el permiso al profesor Flitwich, pero antes tenía algo para mi. Unos guantes nuevo. No podía salir de los terrenos de Hogwarts sin ellos. El profesor Dumbledore tomó mi petición, ya no se veían tan horribles como antes. Como no hacía tanto frío, era la única en llevarlos. Me sentía un bicho raro.

- Lo bueno es que disimulan más que el anterior.

- Si preguntan, sera mejor que les digan que tengo fobia a los gérmenes.

Llegamos al valle. Eran satisfactorio ver algo diferente que solo torres y aulas grandes. Las cinco estábamos inquietas por querer recorrer y probar todo en el lugar. Megan estaba ansiosa por ir al Las Tres Escobas, para tomar cerveza de mantequilla. Marietta y Cho a Honeydukes, la tienda de dulce, y con Emily, a La Casa de las Plumas, también a Zonko. Pero antes, las cinco fuimos a la Tienda de té de Madame Puddifoot.

Megan objeto por no entrar, pero todas entramos igual. Al sentarnos en una de las mesas redondas, una mujer robusta se acercaba hacia nosotras. Era la dueña del lugar, Madame Pudipié. Me recordaba a mi abuela. Siempre que la veías, tenías miedo a ser mal educada delante de ella, y que te odiara para toda la vida. Nos ofreció diferentes tipos de té. Rojo, verde, de cedrón, incluso una infusión asiática, te chai. La variedad era demasiado larga. Cada una eligió uno diferente, solo para probar algo nuevo. Estaban más ansiosas por probar los diferentes sabores de tortas que había allí. Pedimos siete diferentes platos.

- Creo que con esto no vamos a ir a las tres escobas.

- Deja de quejarte. Nos quedaremos todo el día aquí. Ya vamos a ir a tomar algo en ese lugar, no seas desesperante.

Unos minutos más tarde. Con el estómago completamente lleno, le agradecimos a Madame por su atención. Pagamos la comida y salimos, como pudimos, a la calle. Las que más habían comido, era Emily y Marietta. Cuando pasamos por Honeydukes, ninguna quizo entrar. Decidimos ir inmediatamente a otro local que no tuviera nada de comida.

- Aquí están. - Austin se había separado de sus amigos que estaban pasos atrás de él. - _____, te debo una bebida.

- No, nada de comida. - Se quejó Megan, como si la pregunta fuera para ella.

- Por fin te encontramos. - Aparecían de la nada Fred y George.

- Llevamos media hora buscándote. Iremos a la tienda Zonko. Después te llevaremos a la casa de los gritos.

- Eh, perdón muchachos, pero ya había arreglado con _____ tomar algo en Las Tres Escobas.

- Bueno, vamos a las tres escobas y después a Zonko. - Le sugirió George.

- No. Es algo... - No sabía como decirlo sin que sonara como una "cita".

- Que les parece esto. Como recién comimos con las chicas, ire con ellos a Zonko. Cuando terminemos, te espero en Las Tres Escobas. - Austin asintió sin decir ni una sola palabra.

Las chicas y él se fueron. Yo me fui con los chicos a Zonko. Iba a ser la primera vez que entrara al lugar sin parecer una fugitiva. No había llevado demasiado dinero, solo para controlarme con los gastos. Así que tomaría las cosas que más necesitaba.

Al salir de allí, pasamos por la tienda La Casa De Las Plumas. Su vidriera capturó mi atención. Había una gran variedad de plumas, una de las que más me gusto era una de color lila con lineas delicadas de dorado y azul. Antes de seguir caminando, había alguien en el lugar con una pluma similar a la que veía en la vidriera, con interés de comprarla, era Luke.

- Te vas a tard... - Los empuje a ambos lo más lejos posible del lugar.

- ¿Por qué nos arrastras? - Se quejaba Fred.

Muchos locales lejos de allí, vi como él salía del lugar. Recordaba la pluma que me habían regalado el año anterior. El diario lo relacionaban con él, ahora las plumas. Algo me decía que Luke es esa persona detrás del libro. Sabía que tenía que confrontarlo, pero tenía que pensar en que momento lo haría.

Después de recorrer muchos lugares con los chicos, no tenía ganas de ir a Las Tres Escobas. Quería volver rápido al castillo para cruzarme con Luke y preguntarle todo. Los gemelos notaron que estaba rara. Solo miraba hacia una dirección, ignorando lo que me decían.

- Si no quieres estar más con nosotros es mejor que nos lo digas.

- ¿A quién esperas ver?

- A nadie, par de entrometidos.

- Llevémoslas por una cerveza de mantequilla. Quizás eso la ponga alegre. - Bromeó George.

Los chicos nos acompañaron. A Austin no le gusto nada esa idea. Como me senté junto a Cho, él se apresuró a sentarse junto a mi. Podia ver como las bocas se movían y hablaban entre ellos, pero no lograba concentrarme. Pensaba que era Austin ese chico, pero ahora estaba más latente la idea de que Luke tenía algo que ver.

Mi vida en Hogwarts 3er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora