Cuarta semana en casa. La mayoría de las chicas de mi edad estarían relajadas, disfrutando del hermoso verano. Si... todas. Menos la que tenía que salir haciendo hechizos de forma avanzada. Desde que me acostaba hasta que me levantaba estaba horriblemente nerviosa. Comía poco, tenía pesadillas y no podía hacer muchas cosas en el día sin que me estresara. Tenía en la mente lo que tenía que hacer a la semana siguiente en el ministerio, y estaba harta de esa sensación.
Unos días antes de ir al ministerio, mamá me notaba muy pálida y sin energía. Sin querer, había escuchado que ella y mi hermano hablaban sobre el tema. Ella trataba de que no pensara en eso. Me sacaba de la casa para distraerme, pero aún así. Seguía nerviosa. Pensaba que la única forma de poder estar bien y tranquila, era que llegara ese día para poder terminar con todo. Después de que pisara la salida del ministerio, sentiría que soy libre de nuevo. Uno pensaría que son los nervios como el de un examen, pero ni en el examen de Snape me había puesto así.
- Prepárate. - Dijo mi hermano, parado en la puerta. - Iremos a visitar a alguien.
Lo que me faltaba. Salir de la casa para ver más gente. Lo que menos quería hacer en ese momento. Por otra parte, también era buena idea para distraerme. Quizás ir a ver a otras personas haría que por un par de horas olvidara todo. Unos minutos más tarde, estaba en la puerta esperando para salir. Él me miro desde la sala, estaba parado al lado de la chimenea.
- Vamos a el mundo mágico, no al muggle. - Fui hasta su lado. - Di Madriguera Weasley. - Al escuchar eso, un poco de polvo se me calló de los nervios. - ¡_____! Mamá nos va a matar si desperdiciamos más de la cuenta. Presta atención. - Al pararme en la chimenea, repetí lo que me había dicho.
Dos segundos más tarde, me di cuenta que no fue buena idea. Preferiría esperar a ir al ministerio y aguantar los nervios, que viajar por chimeneas. Al llegar al hogar de los Weasley. No sabía si era el lugar correcto. Salí lentamente a gatas, del lugar por donde vine. Miré para arriba, a pocos metros una agujas estaban tejiendo. Al enderezarme, pude sentir el olor de tarta recién salida del horno. Era riquísimo.
- ¡_____! - Desde la cocina, la señora Weasley venía hacia mi con los brazos abiertos. No se porqué, pero siempre que la abrazaba no daban ganas de soltarla. Era el abrazo más cariñoso y confortante que alguien pudiera recibir. Eso me hacía recordar a mi madre.
- Hola, señora Weasley. - Mi hermano ya estaba detrás mío.
- Estoy tan feliz de verlos. - Nos abrazo a ambos. - Vengan. Les prepare unas ricas tartas de calabaza. Se que son tus favoritas, _____.
Nos sentamos a la mesa, mientras ella nos ponía dos platos delante nuestro. Aún si no hubiese tenido hambre, hubiese comido igual, porque el aroma que venía de la porción que me había servido, era irresistible. Con la mirada fija de la señora Weasley en nosotros, cortamos el primer trozo. Lo puse en la boca cuando de golpe, escuche dos voces.
- No tiene tiempo para enviarnos una carta, pero si para venir a comerse nuestra comida.
- Fred, no seas irrespetuoso. - Le gritó su madre. Por mi parte, mastiqué despacio y tragué.
- No nos dijiste que ibas a venir. - Protesto George.
- Fue mi culpa. No le había dicho que veníamos. Solo le dije que íbamos a visitar a alguien.
- Si. Y ustedes no están invitados a la conversación.
- O sea que tampoco vino a visitarnos.
- Solo a comer.
- ¡Ya lárguense! - La señora Weasley gritó tan fuerte, que casi salgo yo también de la habitación. Se asomó para ver que los gemelos realmente se hayan ido. - ¿Quieres otra porción, ___? - No sabía si negarme o no. Tenía un poco de miedo de como iba a reaccionar. Al final, negué. Lo aceptó con una sonrisa. - Arthur llegara en cualquier momento.
- ¿Por qué vinimos? Perdón que lo pregunté así. Es que últimamente estoy nerviosa por todo.
- Lo note. No debes vivir en el futuro, imaginando una y otra vez lo que sucederá. Ya que cuando llega ese momento, quizás no pase ni un porcentaje de lo que imaginaste.
- Es inevitable.
- Es por eso, que hasta que llegue ese día nos quedaremos aquí. - Algo más para sumarle a mis nervios. - Como no podemos hacer magia en casa, porque vivimos en una residencia muggle, los señores Weasley nos dieron permiso de quedarnos un par de días, hasta ir al ministerio.
Casi una semana con la familia Weasley. Todavía no entendí como no me dió un colapso nervioso. Igual, esas semanas cerca de Fred, ayudarían un poco a descubrir si realmente sigo sintiendo algo por él, o ya se me había ido esa obsesión.
Luego de comer, unas maletas con nuestras cosas estaban en la sala. La señora Weasley me llevó hasta la habitación de la única hermana de los Weasley, Ginny. A pesar de que era pequeña, se notaba muy acogedora. Ella hizo todo lo posible para que me sintiera cómoda. Incluso me dió una parte de su cómoda para guardar mis cosas.
- Perdón por invadir tu habitación, Ginny.
- Descuida. Necesitaba alguien que no sea mis hermanos, para poder hablar de cualquier cosa.
Entre las cosas que saqué del bolso, estaba mi diario. Me dio un vuelco al corazón. Si los gemelos llegaran a saber que tenía ese diario conmigo, seguramente lo revisarían de punta a punta hasta descubrir que escondía. Tenía que pensar cuanto antes donde esconderlo. Y otra cosa, tenía que contarle a Ginny que era, si me lo preguntaba. La duda era, ¿guardaría el secreto?
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Mi vida en Hogwarts 3er año
FanfictionEl tercer año esta por comenzar. Nuevas sorpresas le esperan a ____. Entre una charla con su hermano, hasta ¿un beso inesperado? Un año más lleno de aventuras y nuevos retos. Solo espera mantenerse alejada de la enfermería o el ministerio. ¿Lo hará?