Esta noche me quede sentada mirando por la ventana. A pocos metros mío estaba el cuaderno que tanto quería leer. Pero esa noche estaba completamente en blanco. Pensé que podría descansar y pasar todo el verano sin preocupaciones. Ese no iba a ser el plan para esas semanas.
Minutos más tarde, Félix trajo dos cartas. Una era de Megan, otra de Emily. Sin abrirlas, las deje al lado del diario. Antes de alejarme del escritorio, saque un par de hojas de uno de los cajones junto con un tintero. En cuatro páginas, le dije a los gemelos todo lo que sentía. No, no se preocupen. No les dije que me gustaba Fred, solo... como me sentía. Me disculpe en cada palabra. Y como sabía que seguramente no la iban a querer leer, le mande una a Ron, para que se fijara que hacían con esa carta.
La primera carta, que era para Ron, la mande una hora antes que la otra. Estaba nerviosa. Quería estar en su casa, para ver sus caras en el momento que las reciban. Imaginaba muchas situaciones. Como que al recibirla, la tirarían, o la leerían pero no responderían. Estaba un poco angustiada por eso, pero debía distraerme un poco con algo.
Abrí el diario que llevaba sin tocar casi por dos días. Tenía un par de hojas escritas. Era lindo leer lo que decían esas páginas. Logro sacarme de la cabeza las cartas. Deseaba saber quién me estaba escribiendo, para saber si debía abrirme abiertamente hacia la otra persona o ser muy cautelosa. Trate de responder, pero no sabía que escribirle. Una gota de tinte se plasmó en el papel sin escribir.
- Ah, estás allí. - Resurgió en donde había desaparecido la gota. - Pensé que no me ibas a hablar en todo el verano. - Seguía sin responder. ¿Cuando debes escribirle a una persona que supuestamente conoces, pero no sabes quién es, no es un poco aterrador hablar sobre ciertas cosas?
- ¿Por qué tanto misterio de quién eres?
- ¿Estas bien? Tienes razón con tu pregunta, solo que tu tono fue algo brusco.
- ¿Cómo lo sabes? Si no haz escuchado mi voz.
- Créeme. Te conozco bien para saber cuando haces esos tonos. Pase mucho tiempo cerca de ti. - Quería escribir "Austin", pero muy en el fondo quería seguir jugando este juego. - No temas en hablarme.
- ¿Cómo no voy a temer si no se quién eres?... ¿Por qué no quieres decirme?
- Quiero que sea un secreto hasta que tengas la edad suficiente para decírtelo. - Me estaba enojando. Quería saber quien era. - Es que... tengo más regalos para darte. Quiero demostrarte lo mucho que te aprecio. Y si sabes quien soy, es probable que rechaces todo de mi.
- ¿Y qué te hace pensar que no te puedo rechazar ahora? - Silencio por unos segundos.
- Tienes razón. Solo confía en mí. Ya se que no lo puedes hacer. Pero te prometo que cuando revele quién soy, será de la mejor forma.
No sabía que pensar. No lo podía rastrear por la letra, ya que esto estaba hechizado y se aseguraban para no ser identificado. Tenía dos opciones, dejar el libro en el estante de la biblioteca y olvidarme de que existe, o seguir hablando y de apoco descubrir quien era el que estaba detrás de esto.
- ¿Cómo se te ocurrió hacer esto?
- Estaba en la biblioteca, había un libro extraño cerca de la sección prohibida. Era sobre hechizar objetos. Y siempre quise hablar a corazón abierto contigo, así que se me ocurrió buscar la forma de poder hablarnos, sin que ambos estuviéramos nerviosos o incómodos. Compre un par de cosas antes de iniciar las clases, y sumado a lo que compre en Hogsmeade pude crear esto. Admito que tuve que ser muy discreto. Y solo nosotros dos sabemos que existe esto.
- ¿Cómo sabes si les conte a las chicas sobre esto o no?
- Porque le entregaste el libro a alguien que es experto en esta área, y ni él supo que era lo que tenías. Pasa desapercibido como un diario, pero ya sabes que no lo es. - Seguramente jugaba conmigo, para que creyera de que no era él. No quería descartar la idea de que fuera Austin. - ¿Cómo van tus vacaciones? ¿Ya hablaste con alguien de la escuela? - No le prestaba atención. Estaba pensando quien podría ser. Si no era Austin, tenía que ser uno de Ravenclaw. Porque eso le pregunté cuando estaba en la sala común de la torre. - ¿Estas ahí?
- Si. Lo siento. Pensaba en las cartas que estaba por mandar. - Mentí. - Creo que las mandare a la mañana.
- ____, ya esta la cena. - Escuche decir a mi mamá.
- Ahora voy. - Quería seguir hablándole. - Escucha, debo ir a comer. Pero si quieres podemos seguir hablando en dos horas. - Eso me daría un poco de tiempo para comer y escribir las cartas para enviarlas temprano por la mañana.
Cerré la tapa. Deje la pluma sobre el tintero. Tenía la mano un poco manchada. Mientras me lavaba las manos, me miraba en el espejo. Por la cabeza pensaba que no sea William. Era muy lindo, pero no creo que sea la persona con la que me vería saliendo. Quizás era una broma de algún chico. Yendo a la cocina, la cabeza hacía que entrara más en desconfianza hacia la otra persona. ¿Si solo era una broma? Pero ¿Que persona le hace una broma a una chica y gasta tanto dinero en las cosas que me compro.
- Llegó algo para ti. - Mi mamá me entregó un paquete pequeño. No decía quien lo enviaba. Pero al verlo sobre la mesa, tenía el corazón latiendo a mil por hora. Sabía de quien era, la pregunta era... que contenía.
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Mi vida en Hogwarts 3er año
FanfictionEl tercer año esta por comenzar. Nuevas sorpresas le esperan a ____. Entre una charla con su hermano, hasta ¿un beso inesperado? Un año más lleno de aventuras y nuevos retos. Solo espera mantenerse alejada de la enfermería o el ministerio. ¿Lo hará?