Plumas lila

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- Es hermoso y a la vez aburrido.

- ¿Austin o Fred?

- Estoy hablando de estar en la sala común.

- Si esa es tu descripción, me inclino por Austin. Weasley no tiene ni un pelo de aburrido.

Ambas estábamos solas en la sala común, en pijama. Algunas veces, cuando nos sentábamos en los sillones, poníamos los pies arriba de los apoyabrazos. O leíamos los libros recostadas en el piso. Algo que, durante el año escolar, no podíamos hacer. Eso era lo hermoso. Pero a la vez aburrido, porque solo hablábamos entre nosotras, leíamos, íbamos a comer, luego a la cama, volvíamos a hablar hasta quedarnos dormida. Las rutinas muchas veces son aburridas.

Finalmente cuando llegó Navidad, las dos estábamos tan ansiosas por abrir los regalos, que nos despertamos casi a las diez de la mañana. Dos lechuzas dejaban los últimos regalos sobre la alfombra de la sala común. Megan revisaba las etiquetas para ir repartiendo los regalos, apenas se arrodillo al lado del árbol. Una de las cartas era de mi abuela, deseándome feliz navidad, en ella además había dinero. Mis padres me regalaron un cardigan y un par de zapatos, para que pueda sobrellevar el frío. Mi hermano me regaló un par de cuadernos como los que usan los muggle y unos separadores personalizados para los libros, que al apoyarlo en la página, no solo te indicaba hasta donde te habías quedado, si no que te hacía un resumen de lo que habías leído.

- Esos regalos no son míos. Ahí tienes más.

- ¿Segura?

Había seis paquetes más. El primero que abrí era de la señora Weasley. Como me había visto con los horribles guantes, me tejió unos para que los usar sobre ellos. Los deje aparte para usarlos ese día. Cho y Emily me habían regalado dos libros, Marietta dos pares de calcetines, que te calentaban los pies como tu tuvieras una estufa en el calzados. Suena tonto, pero con ese clima, era el mejor regalo. Megan recibió lo mismo, pero de diferentes colores al mío. Ella los odio.

- Recuérdame que para el año que viene le regale una pluma vieja a Marietta.

- Hablando de plumas. - Luke me había enviado un regalo. Primero abrí el paquete. Era la pluma que lo había visto comprar en la tienda aquel día en Hogsmeade. - "Puede que las princesas sean rescatadas en los cuentos, pero muchas veces olvidamos que los príncipes necesitan serlo."

- ¿Necesitan ser qué?

- Ser rescatados.

- ¿Y aún así él te gusta? ¿Los chicos tienen que ser rescatados? ¿De qué ?

- No lo sé.

- Sigue leyendo.

- "Espero que con esta pluma, podamos seguir escribiendo un camino juntos, sin importar con quien te quedes al final. Felices fiestas, Luke... Posdata: dile a Megan que las medias... no son tan horribles como... como cree." - Las dos nos miramos nerviosa. Giramos muestras cabeza buscándolo a Luke en el salón.

- Dame - Me sacó la carta de las manos. - Posdata dos: No las estoy espiando. Estoy en casa con el idiota de mi hermano. Se los juro. - Seguía mirando para todos lados, buscando alguna explicación. - No se tú, pero desde hoy comenzaré a dormir con la varita debajo de mi almohada. - Me devolvió la carta. - Este chico da miedo. - Di vuelta la carta. En grande había una frase que decía... - "Mathews no soy raro, solo soy diferente a los demás. Ser único no te convierte en raro."

- Como no amarlo. - Le respondí con una sonrisa burlona.

- ¿Lo amas? Ahora la rara eres tú.

- No lo amo. Es una expresión.

- Ya me estabas asustando.

- Oh, no. - Abrí el regalo de Austin.

- Noooo. Austin te regaló la misma pluma. - Megan estalló de la risa.

- "Felices fiestas, hermanita. Te desea Austin Cox." ¿Es en serio?

- ¿Tiene posdatas?

- No. Es todo.

- O quiere disimular lo que siente por ti, o lo siente de verdad.

Guardamos todos los regalos en la habitación. El regalo de Luke lo deje en mi mochila, para poder usarlo en el comienzo de clases. El de Austin lo metí en el baúl, junto con los demás, menos el de la señora Weasley. Tome los demás regalos para los Weasley, y también uno para Potter y Granger, que eran los únicos que quedaron con ellos.

- ¡Regalos! - Grito Fred, arrancándomelos de la mano.

- Weasley no te comportes como una bestia. - Se quejó Megan.

- No todos son para ustedes. Uno es para Harry, Hermione, Ginny y Ron. - A ambos les regale cuadernos donde se borra lo que escribes, junto con la tinta y la pluma. Fred estaba empecinado con abrir los regalos de los demás. Megan se los quería sacar para que no lo hiciera.

- Espero que te guste. - George me entregó un paquete azul con letras de color bronce. Sabía que me encantaba esa combinación de colores.

- Oh, no. - Murmuré.

- ¿No te gustó? - George estaba preocupado. Megan volvió a estallar de la risa.

- Todos... todos - Ella no podía hablar de la risa.

- ¿Qué le pasa? - Preguntó Fred, ya no estaba tan interesado en los regalos.

- Gracias, George. - Lo abracé.

- ¿No era la pluma que veías? Pensé que esa te había gustado.

- No es eso Weasley. - Ahora podía hablar. - Eres la tercera persona que le regala la misma pluma. - George me miró. Se sentía mal por regalarme lo mismo que los demás.

- Si quieres, - Tomó la pluma. - cuando volvamos a Hogsmeade la cambiare.

- No, George.

- Es que no quiero que tengas las misma pluma. - Accedí para que se sintiera mejor. Por su parte, Fred me regalo un sombrero tiñe cabello, como broma por lo que me hizo Peeves.

- Bueno, por lo menos nunca se te van a aca... acabar las plumas. - Megan volvió a carcajear.

Mi vida en Hogwarts 3er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora