El verdadero primer beso

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Pasaron un par de días. La clase de adivinación se ponía cada vez más interesante. <<Este viernes sucederá>> me dijo la profesora Trelawney, la última clase. Algunas veces nos volvíamos escépticos de lo que decía. Pero después de lo que paso la noche del viernes, termine con escalofríos en el cuerpo.

Estaba empecinada por reconstruir la relación entre los gemelos y yo. Es por eso que pasaba, aunque sea una hora por día, con ellos. George a veces se ponía extraño conmigo. Molestaba como de costumbre, pero cuando Fred estaba lejos o no escuchaba, era un poco diferente. Debo decirles que siempre fue mi gemelo favorito. Amo a Fred, pero adoro más a su hermano. Hay una teoría que dice que siempre hay un gemelo malvado. En este caso ese sería Fred, y el bueno, George. Aunque cuando están juntos, no logras distinguir quien lo es.

- Después de la cena iremos a hacerle una broma a Filch ¿vienes con nosotros?

- Les dije que tenía clases.

- Lo siento, Hermione Granger, por olvidarnos. - Se burló Fred. Hermione era la amiga de Ron. La chica más inteligente de Gryffindor. Cada vez que la veías, tenía un libro bajo el brazo. No parecía una Gryffindor. Si no fuera por el uniforme, tranquilamente podrías confundirla con una Ravenclaw. - La próxima vez te prestaremos atención.

- ¿Alguna vez haz prestado atención en tu vida?

- Me ofendes con esa pregunta. - Era gracioso cuando se hacía la víctima.

- El fin de semana podríamos ponerle una bomba fétida en su "oficina".

- Ahora si piensa como nosotros. - Observó George.

Después del almuerzo, como se hizo costumbre, Luke me esperaba en la entrada. Habían pasado varias semanas, así que en ese momento, teníamos más confianza. Amaba leer, no solo libros del mundo mágico, si no también del mundo muggle. Es una persona astuta, ambiciosa y sobre todo,
muy ingeniosa. Todas las cualidades de Slytherin. Debo confesar que me sentía cómoda estando a su lado. Y todas las cosas que decían de él, pensaba que eran mentira.

- Debo confesar que las historias sobre princesas no son de mi agrado. - después de la clase, nos quedamos charlando un poco.

- Lo supuse. No te veo cara de querer salvar a una mujer.

- Creo que las mujeres deben ser salvadas ellas mismas. Si una persona te ayuda todo el tiempo, llegara el momento en que dependa siempre de alguien. Si dejas que sea su propio príncipe, no dependerá de nadie. Eso la volverá más fuente que el amor. - Le repugnaba esa palabra.

- ¿Piensas que el amor debilita a la humanidad?

- Te vuelve fuerte, pero a su vez débil. Creo si buscas el amor en las demás personas, cuando encuentras a alguien que te ame, serás débil.

- ¿Por qué? ¿El amor de esa persona no te fortalece?

- Ese es el error que cometemos. Pensamos que nos fortalece, pero si le llega a pasar algo a uno de los dos, o te abandona, te vuelves débil. En cambio, si buscas el amor en uno mismo. La debilidad no existirá.

- ¿Seguro? Creo que si te deprimes esa debilidad aparece. Quizás si alguien te lastima...

- ¿Lo haz notado? Dijiste si alguien te lastima. Piensas en la otra persona.

- ¿Y si te lastimas?

- La única forma de lastimarte, es buscando la aprobación del amor de la otra persona. Si te amas a ti mismo, ese amor no desaparecerá. Si lo buscas en otro, se debilita a tal punto que puede matarte. - No quería que terminara la charla, y creo que él tampoco.

- ¿Si algún día te llegaras a enamorar, piensas que vas a ser débil? - Detuvo el paso, para ponerse delante mío. Sus ojos claros se veían más oscuros.

- No sé que haría si eso llegara a pasarme. Creo que me arrancaría el alma.

- ¿Tienes miedo de salir lastimado? - Sabía la respuesta. Era un chico que se cerraba por completo para no volver a ser lastimado. Por eso pensaba que si alguien lo amaba, era solo para lastimarlo.

- Tener miedo no es sano. Ser lastimado, ya lo he sido. Lo experimenté. Fue duro, pero lo pude sobrellevar. - No podía dejar de mirarlo a los ojos.

- Entonces... ¿por qué desprecias amar? - Se acercó lo más que pudo hasta mi.

- Por que se que al final de esta guerra, no me amaras. - Susurró, mientras acercaba su rostro al mío.

Rodeo mi cuerpo con su brazo derecho, mientras su mano izquierda se posaba en mi mejilla. Con suavidad, comenzó a besarme. Era delicado, sentía que trataba mis labios como si fuera un pétalo muy delicado. El beso duro un tiempo, hasta que él con un beso final se separó. Estaba petrificada.

- Buenas noches, _____. - Se alejó sin mirar atrás.

Estaba tan atontada, que no me había dado cuenta de que estaba parada justo en la entrada a la torre. Tarde un par de minutos en descifrar el acertijo. Cuando finalmente entre, me desplomé sobre uno de los sillones. No sabía que hacer. Había recibido mi primer beso. Y con un Slytherin... No es para despreciar a ningún miembro de esa casa, si no que jamás en mi vida imaginé que ese beso sería de alguien de esa casa. Si para la mayoría de ellos era un espécimen raro.

Media hora después de quedarme mirando la estatua de Ravenclaw, decidí retomar camino a la cama. Todas estaban dormidas. Acostada, con la ropa puesta, pensaba en que ninguna de ellas se imaginaría lo que les tenía que contar al día siguiente.

Mi vida en Hogwarts 3er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora