El secuestro

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- Lo siento. - Le dije sin mirar a la persona que choque.

- ¿Por qué te miras el brazo? - Preguntó Austin. La piel me seguía doliendo.

- Solo... pensé que tenía algo en la piel.

- Debo acompañarte en los cambios de clases.

- No debes hacerlo. Tienes tus clases. No te preocupes por mi.

- Solo lo voy a hacer cuando termines con la clase de hechicería y la de transformaciones.

- ¿Pero no eran los profesores lo que debían hacer eso?

- Si...

- Austin...

-¿Qué? - Sabía que se había ofrecido el solo. - Okay. Solo no quiero te pase nada. - No sabía si era el indicado para preguntarle, pero estaba desesperada por hablar de eso con alguien. Y no lo vería a Luke hasta el almuerzo.

- Austin... ¿Tú conoces algunos símbolos en la piel? - Le susurré. Él se extraño por esa pregunta.

- Supongo que si... ¿por qué la pregunta?

- ¿Conoces algo sobre una serpiente y una calavera?

- Si... Hay una en particular que es muy conocida. - Algo que tenía Austin es que era muy observador. - Hay una marca, que se usaba par identificar una clase de seguidores de cierta persona... una marca que se llevaba... _____ ¿En que estas metida? No me digas que Adams...

- No. No, nada de eso... Solo tuve un sueño, y en él tenía esa marca en el brazo. - Se paró delante mío, frenando el paso de los demás que estaban a nuestro alrededor.

- ______, prometeme que si él llega hablarte de eso o querer involucrarte en esos temas, me avisaras.

- Austin, cálmate. Solo fue un sueño. - Lo miré a los ojos para que viera que estaba diciéndole la verdad. - Y si llega a pasar algo asi, serás el primero en saberlo todo. Somos hermanos, ¿o no? - Le sonreí. Él rió.

- Sí, supongo que si. - Me abrazó de costado mientras seguíamos caminando.

Unos días antes del examen, pensábamos que las cosas se iban a relajar un poco más, luego de que la profesora McGonagall nos dijera que esa misma noche iban a revivir a las personas petrificadas. Algunos se sentían aliviados por la noticia. Lo que no sabíamos es que esta historia no había acabado.

A la hora del recreo, nos informaron que debíamos volver a las salas comunes con urgencia. Al caminar por los pasillos, nos cruzamos con los de Gryffindor. Entre la multitud, estaban los gemelos. Les dijimos que si sabían algo, que nos avisaran. Ellos nos dijeron lo mismo. El murmullo en la sala común era incluso peor que la primera vez. Pasaban los minutos y no teníamos respuestas de porqué estábamos allí. Pensamos que iba a ser otra tarde larga. De golpe, el profesor Flitwick entró al lugar. Tenía los ojos rojos, como si hubiese llorado.

- Lamento informarles que el mounstro ha capturado a otro alumno. Esta vez, la víctima es la señorita Ginny Weasley, de Gryffindor. - Caí sobre el apoya brazo del sillón de Cho. - Deberán permanecer aquí hasta nuevo aviso.

- Esperen... ¿pero la familia de los Weasley no son de sangre pura? - Asentí, como si la pregunta hubiese sido para mi.

- Entonces... todos corremos peligro. - Dijo un chico de quinto año que nos escuchó.

- No... - Estaba paralizada. No entendía cómo la podrían haber atacado a ella, si los demás eran de padres muggles, pero Ginny no.

- ¿Ahora que hacemos? Si seguimos aquí, cualquiera de nosotros podría terminar petrificado... o peor, muertos.

- No debemos entrar en pánico. Somos inteligentes, podemos enfrentarnos a cualquier cosa que se nos ponga delante nuestro. - Dijo una chica de sexto año.

- Tiene razón, debemos demostrar a ese mounstro que no le tenemos miedo. - La apoyó otro chico de sexto.

Mientras ellos seguían discutiendo, decidí ir hasta la habitación. Félix no estaba allí, así que le pedí a Emily si me prestaba la suya para enviarle un mensaje a los chicos. Mirando el campo de Quidditch desde lo lejos, no podía dejar de pensar en que no pasé mucho tiempo con Ginny. Ni siquiera la veía tan seguido. La había ignorado por completo, como si no estuviera allí. La última vez que le había hablado, fue para navidad. Realmente me sentía horrible por como me comporte con ella durante todo el año. Sólo esperaba volver a ver sana y salva, y que este sea solo un mal momento.

George respondió que le habían avisado a sus padres, y que ellos estaban en camino al colegio. Pobres señores Weasley. Pareciera como si ellos tuvieran una maldición encima. Primero el auto a principio de año, ahora esto. No fue un buen año para ellos. Le respondí a George que estamos ahí para lo que necesitara, y si querían un poco de espacio, lo entendería. Él agradeció el apoyo. Pensé que no quería hablar, para distraerse, pero a diferencia de su hermano, si quería hacerlo. Ya se estaba haciendo de noche, cuando de golpe dejó de escribir. En ese momento, solo esperaba, que no fuera otra mala noticia.

Mi vida en Hogwarts 3er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora