Carta a una desaparecida

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Al terminar de leer las cartas, no había entendido nada de lo que decían. No podía pensar en otra cosa que en estos guantes que tenía que usar como "castigo". No tenía ánimos de nada. En ese momento volví a extrañar la escuela. Por lo menos en aquel lugar tendría a mis amigas para que me consolaran un poco.

- No veo las ganas de volver a Hogwarts. Hay tanto para contarte... - Decía Emily en su carta. A diferencia de Megan...

- Ya estoy cansada de estar en casa. Lo bueno es que en dos semanas volvemos...

Las tres no aguantábamos las ganas de volver. Si, faltaba poco. Eso era lo bueno. Pero no pude disfrutar nada del verano. Solo había salido a hacer unas compras, darle de comer a los animales. No más que eso. Ni siquiera tenía a mis vecinas, que eran compañeras mías en la escuela muggle. Ellas iban a un campamento de verano.

- ¿Sigues viva? - Preguntaron al día siguiente antes de entrar a la habitación.

- Me da un poco de comezón.

- Es hasta que te acostumbres.

- Ojalá no sea por mucho.

- Si te esfuerzas, lograras quitártelos cuando menos lo esperes.

- Presiento que eso será una eternidad.

- Que fe te tienes... ¿No hablaste más con tu amigo?

- ¿Qué amigo? - Lo mire. Abrí grande los ojos, apartando la vista de él.

- El del cuaderno. - El diario estaba en la casa de los Weasley. ¡HABÍA DEJADO EL LIBRO EN LA CASA DE LOS WEASLEY!

- No hablamos hace mucho. ¿Cuándo vamos a ir a buscar las cosas?

- No hace falta. La señora Weasley fue muy amable de mandarnos las cosas.

Tenía la mente a mil por hora, cuando fui a buscar las cosas a la sala. Mientras tenía las preguntas revoloteando la cabeza, sin prestarle atención a lo que tocaba, incluso a lo que buscaba. ¿Y si los chicos entraron al cuarto y revisaron mis cosas? No creo. No serían capaces de hacerlo. ¿Segura? Estaba un poco desesperada. Al revolver todo, frene la mente para poder centrarme en lo que buscaba. De apoco ponía las cosas sobre el suelo. Dos cuadernos, ropa tras ropa, cepillo de dientes... y nada.

- El cuaderno. - Susurré.

- ¿Qué?

- Creo que deje el diario en la casa de los Weasley.

- Le enviaré un mensaje a la señora Weasley para saber si lo tiene. No te preocupes.

Era fácil decirlo. Tenía muchos nervios de que llegara a manos de los gemelos. En ese momento no sabía que eran ellos los que menos me tenían que preocupar. Junte todo para llevarlo a la habitación. Algunas cosas deje en el bolso para ponerlas a lavar.

Estaba de espaldas cuando una lechuza, que no había visto nunca, se posó en la ventana. En su pico tenía una carta un poco gruesa. La tomé cuidadosamente, ya que no sabía como iba a reaccionar el animal. Al ver que su misión estaba cumplida, se marchó. En la cara principal, no había nada escrito. Tome el abre cartas. Saque el papel sin pensar en nada negativo.

- Hola ____. Soy el chico del diario. Se que hace mucho tiempo que no hablamos, y creo que esta fue mi última opción para comunicarme contigo. Al parecer, uno de los Weasley tomó el diario que te regale, y lo confiscó. No creo que te lo quiera devolver. Es por eso que he decidido no seguir escribiendo en él. Pronto recibirás uno nuevo, si es que no nos descubren. Sabía que Percy tenía la reputación de ser despreciable, pero esta vez lo pude vivir en carne propia. Espero que no lo reporte con Dumbledore. No quiero que te metas en problemas. Por otra parte, supe que te entregaron unos guantes. Si no te gustan quizás pueda hacerte unos, así pasas desapercibida. - En ese momento pensé, ¿Cómo lo sabía que no me gustaban? - Aunque no estas acostumbrada a no llamar la atención. Lo bueno es que esta Potter. Con él en la escuela, seguramente no estarán los ojos enfocados en ti. En fin. Extraño charlar contigo. Por eso quiero mandarte el diario cuanto antes. Quiero saber como te encuentras, si necesitas ayuda... o algún consejo. No lo sé. Quiero saber como se encuentra mi desaparecida. - ¿MI desaparecida? - Si vez a Weasley, dile que aprenda a no tocar cosas ajenas. Muestra siempre una postura de perfección, pero no en sus actos. Lo siento. Me enoje mucho por como me trató. Dio un discurso de lo peligroso que es para un menor de edad usar magia avanzada. Respetuosamente le dije lo que pensaba. Creo que eso fue el detonador del final. Mejor no continúo con la charla, si no, la carta será muy larga. Saludos, dulce _____.

Pensé que si George o Fred lo veían iba a ser lo peor. Y no fue así. Lo peor era Percy. Sentada en el escritorio con dolor de cabeza por la situación, no sabía que más hacer. Al final estaba pasando el peor verano. Iba a volver a la escuela demasiado cansada. Solo faltaban dos semanas, y no creo que pueda recuperarme de todo lo vivido en los últimos días. Despeje la mente cuando la lechuza de los Weasley apareció en la ventana. Con la carta en las manos y el corazón latiendo a mil por hora, de apoco fui arrancando el borde derecho. Era de Percy. No quería abrirla, pero era la única forma de saber si lo iba a odiar para toda la vida, o solo sentir el impulso de ahorcarlo. Era más probable de que fuera a la cárcel por eso, que por hacer magia avanzada.

Mi vida en Hogwarts 3er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora