│• El tenue secreto del HIMALAYA •│

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¡Estoy de vuelta!
La canción es la suficientemente larga para acompañar la lectura.
Comenten mucho y las apremio.

Comenten mucho y las apremio

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Agnes Ivanova.

Sigo siendo fuerte.

Sigo siendo fuerte.

Sigo siendo...

Solté un suspiro doloroso. Ya no quiero serlo y aunque sé que todo acabará pronto, siento que he colapsado, que ya nada podría sorprenderme, que ya nada podría empeorar. Aunque ¿cuántas veces me dije lo mismo y siguió pasando?

Llevo repitiéndome lo mismo desde que él rompió su juramento y volvió a hacerlo. Volvió a lastimarme de esa forma que, para mí, entre todos mis dolores y traumas, era el peor.

No le importó su hijo y volvió a abusar de mí.

Me obligó a hacer cosas que no quería por haber acrecentado su deseo con el maldito vestido rojo que él mismo me obligó a ponerme. Desearía nunca habérmelo puesto, desearía nunca haberme derrumbado y desearía nunca haberle correspondido nada si iba a terminar igual.

Me dolía la mandíbula, pero no más el haber sido humillada toda la noche y tener el alma más rota que cualquier ser humano en esta tierra.

— Es la última — me di fuerzas inútilmente — Es la última... — susurré reprimiendo mi llanto.

Aún desnuda y con el cuerpo sin parar de temblar, me levanté y fui a la tina. Él se fue hace dos horas, después de haber admirado mi cuerpo y tocado con caricias pidiéndome perdón por haber perdido el control anoche.

Quería llorar en alto, quería gritar lo destrozada que me sentía, pero no lo hice.

Como arrancar las imágenes, como arrancar sus besos de mi piel, sus caricias. Me da asco y quiero morir por ello. Me sentí demasiado diminuta todo ese tiempo de su tortura, no podía defenderme de cada segundo doloroso, y eso fue desesperante y sofocante. En ese momento quise hacer lo que nunca hubiera hecho, ni siquiera pensarlo. Quise matarlo, quise tener algo cerca y si así hubiera sido, quizás lo habría hecho, habría intentado matarlo en medio de tanto dolor y sufrimiento que me estaba causando.

Él se fue, ya no está.

Los preparativos para el ataque se han hecho en otra base, esperando el atardecer y es lo único que me distrae un poco del dolor, ocupándolo por nerviosismo.

Salí de la tina y una vez vestida me senté en la cama sin decir nada, mirando a la nada y tratando de pensar en nada, la última siendo en vano.

La puerta se abrió y lo vi.

A mi necesidad, mi esperanza y mi protección. Me levanté y corrí sin importarme dolores, dejando que me abrazara con fuerza sin meditarlo dos veces. Me derrumbé en su pecho deseando sentirme protegida, porque era lo único que tenía para aferrarme. No lo pude retener y ser fuerte como me prometí, porque me pasó en todo.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora