│• Un Amigo •│

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Sentí como acariciaba mi brazo y desperté al escuchar mi nombre

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Sentí como acariciaba mi brazo y desperté al escuchar mi nombre.

— Agnes — me zarandeó levemente — me voy — abrí los ojos — nos vemos el Viernes muñeca — asentí sentándome en la cama. Lo observé mejor, estaba de cuclillas frente a la cama, completamente cambiado con el cabello mojado y el uniforme táctico puesto, olía delicioso — Te despertaba para desearte una feliz semana sin mí — esbozó una sonrisa divertida — descansa y recupérate, Hans me ha dicho que tampoco te presentes mañana, aprovéchalo — se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.

Sentí una presión en mi pecho y bajé mi mirada al piso. Dios, no quería que se fuera.

— Gracias — le dediqué una sonrisa para que no se diera cuenta de la tristeza que esta agobiándome. Se quedó mirándome, no despegó su mirada de la mía y yo tampoco lo hice de la suya.

— ¿Qué pasa? — levantó su mano hasta mi mejilla — ¿sigues molesta por haberme quedado a dormir? — No William, a pesar de todo estoy a punto de llorar porque te vas. Negué con la cabeza dedicándole otra sonrisa triste — Entonces es hora de irme — se acercó a mi rostro y dejó un beso en mi mejilla, cerré los ojos mientras se mantenía ahí durante unos segundos.

— Que tengas un buen viaje — asintió levantándose para dirigirse a la puerta. Justo antes de abrir se detuvo y volvió a girar.

— Ven — extendió su mano hacia adelante dejándola en el aire, lentamente me levanté y fui hacia él acatando su petición. Cuando posé mi mano sobre la suya, me estiró hacia él dándome un abrazo — Volveré mas rápido de lo que te imaginas — acarició mi cabello y sentí su cuerpo vibrar al soltar una risita — Ya te he dicho que no lo reprimas, me daré cuenta de todas maneras. No quieres que vaya — suspiré asintiendo.

Entonces dificultándome las cosas, me tomó del rostro y estampó sus labios con los míos. Aquella característica presión en la entrada del estómago se presentó. Sus labios se movieron con experiencia sobre los míos, mordisqueó y chupó sin piedad, deslizó su brazo por mi espalda presionándome a su cuerpo y levantándome levemente para acoplarme a su colosal altura. Posé mi mano en su brazo intentando seguirlo, hasta que no pude más y me separé de él en busca de un poco de aire.

Me dedicó una última mirada y salió del cuarto, quedé mirando la puerta mientras me cruzaba de brazos. Se ha ido.

Cuando salí del baño, fui al comedor por mi desayuno. Las miradas no pasaron desapercibidas de nuevo, pero tampoco me molesté por ello, no tenía el uniforme diario de la agencia, y cuando no estaba de blanco usaba jeans negros o cualquier polo oscuro.

No me había pasado antes, desde el primer día que llegué siempre he estado de blanco, en estos últimos días que he tenido libre fue inevitable vestirme fuera de lugar.

Pronto tendría que pedirle a Arthur que me habilitara el uniforme médico de la agencia, que era totalmente diferente al blanco común.

Cuando llegué a mi cuarto, tomé el analgésico y me tiré en la cama.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora