│• La Fogata •│

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Maratón 4/4
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El entrenamiento duró hasta las once y media de la mañana, les dije a mis chicos que a las una y media estuvieran aquí y ya eran las una

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El entrenamiento duró hasta las once y media de la mañana, les dije a mis chicos que a las una y media estuvieran aquí y ya eran las una.

Me sentía cansada, con ganas de sacarme los zapatos y descansar mis piernas.

— Doctora... — lo interrumpí.

— Agnes está bien, Edgar — le sonreí.

— Agnes, puedes ir a descansar, nosotros nos encargaremos de su equipo. No la veo bien — se acercó a mí — las chicas pueden revisarla, si gusta.

— Son pequeños dolores en partes del cuerpo, nada más. Me tomaré una cápsula de analgésico de cincuenta y estaré como nueva — me senté sobre una de las camillas — vayan a hidratarse y a comer algo. Tienen media hora.

— Le propongo esto — se acercó Kim a mí — nosotros nos encargamos de la prueba y usted de los expedientes.

— Acepto — les sonreí — Gracias.

Salieron dejándome sola. Cerré los ojos e hice movimientos con mis pies para dejar caer mis zapatos.

— Te ves cansada — todo mi cuerpo se puso en alerta y fue notorio por respingo que di. Miré a Hans asintiendo, detrás suyo apareció William poniéndole seguro a la puerta.

— Se verá sospechoso si alguien viene y nos encuentra con la puerta cerrada — sonreí cuando Hans estuvo frente a mí. Cerré los ojos por un momento.

— Vamos al edificio, Agnes — negué en desacuerdo ante la petición de William — No es una pregunta — volví a negar encogiéndome de hombros.

— Llamaré a Arthur — la determinación en las palabras de Hans hizo que abriera los ojos.

— ¿Y si mejor me besan? — intenté persuadirlos. Con William funcionó cuando se acercó y con una sonrisa me besó, pero cuando me separé de él y miré a Hans, negó y dio un paso hacia atrás. Por favor.

— Tengo cosas que hacer, Hans — estiré mi brazo hacia él — no me voy a esforzar mucho, si eso te tranquiliza. Estaré en el escritorio atendiendo los expedientes — tomó mi mano y acarició el dorso con su pulgar — ya después iré a dormir hasta la hora de la fogata.

Me bajé de la camilla y me puse los zapatos.

— No estoy de acuerdo — William me detuvo cuando pretendía ir a los estantes blancos — tu equipo se puede encargar de todo. Quiero que vayas a descansar. — suspire y me acerqué a él.

— Tienen que irse — besé sus labios con delicadeza y luego me giré a Hans haciendo lo mismo.

— Avísame cuando salgas, vendré por tí para llevarte al edificio — asentí recibiendo gustosa el beso en mi sien.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora