│•Dos Dimensiones de Ilusión•│

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Surprise
●•La canción es lo suficientemente larga para acompañar la lectura•●

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Agnes Ivanova.

Me sobresalté en medio del sueño, como si mi cuerpo supiera que constantemente estaba siendo maltratado y en peligro. Aquello me despertó completamente y miré a todos lados desconcertada y débil.

Intenté mover mi brazo, pero estaba demasiado débil. Comencé a toser de la nada y mi pecho dolió en el proceso.

Un carraspeo llamó mi atención.

Lentamente giré mi cabeza encontrándome con la figura de Daven sentada en uno de sus sillones de la elegante habitación. Bajé mi mirada a mi cuerpo y cerré los ojos con alivio tras hallar mi ropa.

Agradecí tanto estar sobre una cama demasiado cómoda y bajo una cobija, que una pequeña lágrima descendió por mi mejilla, recordándome fatalmente esos días en el piso pasando frío.

Se levantó y me cargó en sus brazos llevándome al baño que estaba en la misma habitación. Esta estaba preparada con una bañera llena de espumas y con esencias florales. El olor a rosas llegó débilmente a mis fosas nasales. Me dejó sobre el escalón de mármol, con mi espalda pegada a la pared.

— Iré a llamar a las mucamas — no sabía si podía hablar, pero tampoco lo intenté. Realmente me importaba poco su presencia.

Estaba muy cansada ahora mismo y mi mente en lo único que parecía enfocarse, es en olvidar todo mi tormento.

Tomé un suspiro y con todo el esfuerzo del mundo, alcancé el conjunto que estaba preparado para mí, saqué lo más rápido que pude el chip y lo metí en el bolsillo del tapado. Cansada cerré los ojos por unos segundos y luego los abrí mirando el lavado con ganas de tomar el agua del grifo.

No era limpio ni sano, pero era agua y mi garganta seca estaba pidiendo a gritos cualquier líquido al igual que mi cuerpo. Estuve tan ensimismada en alcanzarlo, que me olvidé de mi condición física y caí al piso.

El charco en el piso me dio esperanza, pero cuando iba a hacerlo, cuando iba a lamer el piso, él llegó y me levantó. Miré el agua triste, deseando tenerlo en mi boca.

— No hagas eso — levanté mi vista hasta sus ojos rogándole con solo una mirada que me diese solo un poco, de cualquier fuente, pero que sea agua — Báñate, hazme caso y te daré todo lo que quieras — asentí.

Dos mujeres entraron y comenzaron a bañarme, las espesas y abundantes espumas me cubrían por completo de su mirada e insistente presencia en el baño, pero exigirle privacidad sería en vano y ni ganas de hablar tenía. Rendirme a ellas fue mi mejor opción, porque poco o nada podía hacer para defenderme; y empeorar las cosas no estaba a mi favor.

Cerré los ojos pasando con disimulo mi mano por mi vientre, mientras ellas me vestían frente a él.

Sigues ahí ¿Eh? Eres más fuerte que mami.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora