│• Una mano ante la Indiferencia •│

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Yo sé que les va a gustar el final

La oscuridad de la madrugada nos abrazaba en todo su esplendor, pero en poco tiempo comenzaría a amanecer

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La oscuridad de la madrugada nos abrazaba en todo su esplendor, pero en poco tiempo comenzaría a amanecer.

Todos ya estaban parados en filas de dos esperando a que Hans llegara. Cuando su figura imponente apareció en nuestro campo de visión, Harper y William se ubicaron frente a las filas para guiar el recorrido, mientras Christopher, Grace y Andrew al final.

— No se retrasen, son quince minutos de recorrido — habló fuerte y claro Harper. Entonces empezaron a correr en dirección al bosque.

Cerré los ojos aspirando profundo y silencioso ante la tensión que había llegado de golpe al quedarnos solos. Desde que lo vi no me ha dirigido la mirada, sentía como si le molestara mi presencia.

— Sube — comenzó a caminar hacia la camioneta que estaba a unos metros de nosotros. Sin replicar siquiera, lo seguí.

Cuando estuvimos dentro, todo fue peor al tenerme de copiloto. La incomodidad se notaba en los movimientos de mis dedos cursando un vaivén desesperante hasta para mi. Cuando llegamos hasta el portón, nos detuvimos en la portería.

— Código ISO 309 Cass — dijo sin mirarle al guardia.

—Código ISO 084 Ivanova — pronuncié luego que el hombre me mirara.

— Permiso Accedido — las puertas fueron abriéndose emitiendo un ruido de hierros doblándose.

Luego de diez minutos infernales de silencio, llegamos a la zona de aterrizaje y fue sorprendente ver dos tinglados enormes. Uno cerrado y el otro abierto mostrando dos helicópteros impresionantemente bellos y grandes. Los había visto de lejos, pero no se igualaba el tenerlos así de cerca. Tan majestuoso.

Había personal dedicado al mantenimiento de varias camionetas y dos buses. Iban y venían sin parar. Ellos no duermen en el recinto ¿Dónde los hacen?

No me preocupé porque los chicos no llegaran aún. Como la camioneta no podía trasladarse a través del bosque, nosotros tuvimos que salir del recinto y rodearlo por medio de un sendero.
Ellos directamente ingresaron por el costado.

No me percaté que Hans estaba siguiendo mi exploración hasta que me giro y por poco choco con él.

— ¿Dónde duermen? — Me atreví a preguntar un poco tímida para aligerar la tensión entre nosotros, pero él no estaba cooperando.

— En el almacén — señaló con la cabeza al que yo nombraba como un tinglado cerrado. No volví a mencionar nada, solo me quedé callada admirando el gran espacio a su lado.

Tras varios minutos, los chicos empezaron a salir del bosque dirigiéndose hacia nosotros. Los supervisores venían como si hubiera sido una caminata normal, mientras los sujetos de entrenamiento parecían que se desmayarían en cualquier momento.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora