│ • Declaración Inesperada • │

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Ayer transcurrió bastante tranquilo, me había presentado a trabajar en el laboratorio con Grayson

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Ayer transcurrió bastante tranquilo, me había presentado a trabajar en el laboratorio con Grayson. Nada importante. Lo que si no podía hacer, era sacarme de la cabeza a William, constantemente me cuestionaba que estaría haciendo y con quién. Estaba mal pero siempre entraba en comparación de que a Hans si podía verlo aquí y a William no allá. Y eso me alteraba de más.

Terminé mi desayuno y salí al campo de entrenamiento. Los días de frío habían cesado y en su lugar un calor húmedo desesperante abrazaba el día.

Cuando llegué a la cabaña, como de costumbre dejé mis cosas en uno de los estante, e impulsada por el calor decidí sacarme mi bata.

A sabiendas que la cabaña sería bastante calurosa para pasar el día, llené mi hoppie de agua y salí de allí. Cuando los ojos de Hans se toparon con los míos, no pasé por alto el recorrido de sus ojos por mi cuerpo.

Antes de que pudiera ubicarme bajo uno de los árboles un poco distanciado de la zona de inicio, sus ojos se desviaron atrás de él unos segundo antes de volver a enfocarse en los míos, me había llamado con la mirada y yo como toda obediente me dirigía hacia él.

— Buenos días, Agnes — pronunció mi nombre con voz ronca, sobrepasando sensualidad.

— Buenos días — bajé mi mirada al piso un poco tímida y afectada por su persona. Agradecía internamente que los demás supervisores estuvieran esparcidos por el campo y solo él estuviese presenciando mi actitud, que ya conocía bastante bien.

— ¿Cómo te sientes? — empezó a escribir en la hoja sobre la carpeta mientras fijaba su vista en cada uno de los sujetos inferiores que estaban al otro lado del campo en filas, supongo pasando lista.

— Mucho mejor, Gracias por preguntar — tomé una bocanada de aire sintiendo mi corazón palpitar con mucha fuerza ¿Pensaría constantemente en aquella escena con William? porque yo lo hacía. Con tenerlo tan cerca lo recordaba, cada detalle, cada toque, sus cuerpos apretando el mío. Dios

No me percaté que lo estaba mirando hasta que sus ojos se toparon con los míos, mi respiración se atascó cuando decidió no separarlo. Sus grandes manos recorriendo mi cintura. Su mano tomando la mía para pegarme a su cuerpo. Su piel brillante incitándome a tocarlo y probar de su suavidad. Tragué con fuerza manteniendo mi mirada osadamente en la suya. La comisura de sus labios se elevaron levemente formando una sonrisa de boca cerrada terminando por derretirme, di un paso atrás sintiendo mis piernas debilitarse.

— No pienses tanto — levantó su brazo al aire con el puño cerrado sin despegar sus ojos de mí — no es bueno para ti — se escuchó un sonido fuerte a través de los megáfonos y bajó de nuevo su brazo para luego caminar hacia el campo.

Ahí estaba de nuevo, esa manera tan desesperante de saber siempre lo que pienso, él sabía que mientras lo observaba estaba rememorando cada uno de aquellos momentos, nuestros momentos. Pero yo sabía que por más desesperante, esa era una de las cosas peculiares que me gustaba de él.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora