Capitulo 44

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Maraton 3/5

Día 25 sin Justin. 

Y si, llevo la cuenta. 

Lo único que he hecho es escapar, anhelar, odiar, y llorar. Escapar en la escuela, he faltado unas tres veces, me escondo de Erick Hamilton, a quien me he empeñado en hacerle toda la ley del hielo que me es posible, fría e inamovible. Aquel día de la enfermería, salí por el pasillo perturbada. Como no lo hacía en hace tiempo me cambié en los camerinos de mujeres, me puse mi ropa y me fui a casa, estuve el resto del día sentada en mi cama encogida con las rodillas al pecho, balanceándome como una jodida maniática, pensando en lo que había hecho, en lo que había sentido. Me colmaba el arrepentimiento y la culpa, prácticamente le había puesto los cuernos, no a Justin (porque ya no está conmigo), le puse los cuernos a mi amor incondicional hacia él, ¿Cómo podía estar tan rota y despechada como para no ser la misma _________ de siempre y mandar a volar a Hamilton?, ¿En qué mundo vivo ahora?, aquel hecho me atormentó más de lo que ya estaba, creo que los pobres y oxidados engranajes de mi cabeza, iban a colapsar. Hubo un momento en que hasta me sentí satisfecha por la traición que ejercí con la conciencia no bien puesta, imaginando que Justin se lo merecía, que era mi venganza por abandonarme, por mi mente pasó una loca sombra alucinatoria de que Erick podría reemplazarlo. Obviamente eso nunca pasaría, no podía estar tan malditamente jodida como para creer en ello. 

Pasaron días en que me carcomía las uñas con la ansiedad de espiar hacia al bosque y esperar hasta que él apareciera, no importaba cuanto tiempo conllevaba eso. Me imaginaba yo convertida en un halcón, velando al día y a la noche, expectante por ver sus movimientos rápidos, cazar a sus presas, saltar metros y metros como si quisiera entrar al cielo y tenía unos deseos lacerantes porque me llevara con él. Lo peor es que no tenía una foto de él, o un recuerdo, una carta que destruir para sentirme liberada, no tenía nada de él. Desapareció de la faz de la tierra, como si nunca hubiera existido, o pasado por mi vida. Y duele, no he podido respirar gracias a la represión que hay en mi pecho. Me carcome por dentro extrañarlo, y que no haya nada, solo aire. Creo que he llorado todas las noches, o tal vez perdí la cuenta. Justin era una parte importante de mí, de mi rutina, de mi fascinación. Lo odio porque mi estabilidad emocional se fue a la mierda, cayó de la balanza, de mi equilibrio, lo odio por herirme de esa manera, dejar el vacío así sin más explicaciones, lo odio por hacerme esto, por hacerme depender. Por quebrar todos mis ideales, uno piensa que por más que ames no te rebajarías a esta manera, se piensa que se puede salir adelante después de un par de días. Son todas suposiciones hasta que lo vives en carne propia. 

Aparte de sufrir en silencio de forma fatídica, al encontrar el libro de “Estudios mitológicos” en la habitación de mi madre donde yo lo había dejado por última vez. En mi propio hoyo negro empecé a deambular como un felino enjaulado, tenía un foco prendido arriba de mi cabeza, una idea. Pensé mucho en hacerlo, porque Jus…Justin (me cuesta hasta pronunciar su jodido nombre), me dijo que no intentara ningún movimiento, era peligroso, y yo sé que es así. Nadie lo notaria si lo hacía en mi propia casa, pero al buscar de arriba abajo el armario de mis padres, registrar la habitación y el ático, no encontré ningún cuaderno que del que procediera esa nota, y en realidad no encontré ningún cuaderno de apuntes, y supe que tendría que salir. Con las palabras de él como una “Inception” en mi cabeza, no me atreví después de varios días. Un día me levanté pensando: “A la mierda, Justin no me puede decir que hacer”, analicé en que otros lugares pudo mi padre dejar sus pertenencias. Mi papá no era hombre de muchos amigos, era cien por ciento familia, mi mama podía ser llamada su mejor amiga. Al único que conozco es el amigo del padre de mi padre, al abuelo que nunca conocí, es el dueño de la tienda de vinilos, es como un tío que conozco desde pequeña, varias veces ha ido a visitar a papá al hospital, pero es más de enviar globos de helio para darle un toque a la habitación pálida, y le ha ayudado a mi mamá con un poco de dinero cuando los tiempos son difíciles y los bolsillos desérticos. Tuve que ir discretamente a la tienda de vinilos. Al entrar me quedé parada, observando el hermoso lugar con una nostalgia infernal. Me trajo cálidos recuerdos de Justin, cuando venimos a nuestra primera cita, y cuando compramos el disco de Pink Floyd, “I wish you were here”. Con un nudo en la garganta y dificultad para respirar, apreté los puños y caminé con la mente fría a través de la tienda, el viejo Wesley me vio entre los estantes de vinilos, y me sonrió fraternal, como un abuelo lo haría. Me acerqué a su escritorio, lo salude revolviendo su cabellera canosa como siempre, se rio encogiendo la nariz haciendo decaer sus grandes lentes por su tabique. Es un viejito adorable de 75 años, viudo hace quince años, siempre me cuenta que la va visitar al cementerio todos los domingos, que su amada esposa me conoció cuando yo tenía dos años. Me preguntó sobre la vida, y mis padres, prometió que iría la próxima semana a la clínica, típicos cuestionamientos sobre la escuela, todo bien hasta que preguntó como estaba Justin, evadí el tema diciéndole un simple bien. Me costó llegar al grano, pero por fin le pregunte si mi papá le había entregado algún tipo de cuaderno con estudios o escritos personales. Frunció el ceño, poniéndose serio de repente. Me dijo, “No, él nunca dejó nada conmigo, a pesar de ser muy cercanos es un tipo muy desconfiado, no me ha entregado nada de sus apuntes nunca”, yo refunfuñé con un suspiro dramático, sentí en aquel momento que no sabía nada de mi padre, que había otra vida que vivía fuera de casa, doble cara. El padre de un sola hija, y un profesor de antropología que hacia estudios extraños y se involucraba con gente sobrenatural. Es raro que ni una pista de ello haya dejado, solo su biblioteca, pero sus notas reales, lo que él ha investigado, todo lo que sabe se quedó reclutado en su cabeza. 

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora