Capitulo 55 [SEGUNDA PARTE]

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Maratón : 4/4,

Presioné con todos los dedos de mi mano, el timbre tres veces seguidas, involuntariamente, es que estaba tan jodidamente nerviosa, ansiosa, angustiada y cansada, que mis movimientos de un momento a otro se volvieron muy raquíticos.

Retrocedí unos pasos de la puerta, a esperar que la abrieran, poniéndome al lado de Justin.
Ambos respirábamos exhaustos, sobre todo él. Sobre todo él. Con justa razón después de tener una pelea de igual a igual con aquel psicópata, haber huido los dos a través de su teletraslación, nuestra reñida discusión, y luego volver a salir como una exhalación otra vez, en busca del auto que habíamos abandonado, para llegar rápidamente a la casa de Erick. Era un tramo de tiempo demasiado vertiginoso. Justin nunca se queja de nada, absolutamente, ni desde un dolor de espalda hasta si está enojado porque su jefe en el trabajo insulta a sus empleados. Es un hombre que guarda sus dolores, físicos y mentales, ningún reclamo sale de su boca aunque esté devastado. A veces eso le juega un poco en contra, porque los demás no saben qué puede estar atormentándole, no hay forma que puedan encontrar para ayudarlo. Pero para mí no es necesario que lo diga, lo conozco como la palma de mi mano y con sólo profundizar entre las líneas de su expresión sabía que estaba deshecho. Lo vi en el tintineo del brillo en sus ojos. Él no iba a decírmelo pero supongo que hacer dos teletraslaciones no debe ser muy fácil o saludable en su totalidad. La cabeza le debe estar bombeado, las heridas ardiendo y debe tener los músculos adoloridos. Sentí un mal sabor de culpabilidad en la boca, en el instante que lo miré a los ojos.
- ¿Te encuentras bien? -pregunté, y me sentí inmediatamente estúpida. Era innecesario preguntarlo, claramente no lo estaba.
Él sonrío sin ganas.
-No te preocupes por mí.-Afirmó, pasando su brazo por mis hombros, refugiándome en su pecho.-Sabes que haría todo por ti. Tranquila.

Temblé contra su cuerpo, no sabía qué mierda sentir. Esta noche ha sido un colapso.

La puerta se abrió, encontrándonos abrazados.

El señor Hamilton, ojeroso, el cabello canoso completamente revuelto, con una camisa arrugada, y el celeste, idéntico al de su hijo, apagado en sus ojos; nos recibió con una media sonrisa y nosotros lo saludamos de forma sigilosa. Nos dio la bienvenida al silencio de su casa, y a una Cara muy intranquila, que bajó corriendo por las escaleras. Me rodeó del cuello, apenas nos encontramos.
Abracé su diminuta cintura, oyéndola suspirar dificultosamente.
-No vuelvas a irte de esa manera. -farfulló Cara.

- ¿Cómo está?

-Mejor que hace media hora.

Nos miramos en silencio, al separarnos. Ella se veía tremendamente preocupada, no me imagino como me vería yo.
Cara se mordió los labios.
-No ha dicho ni una palabra al respecto. Pero quiere verte, quiere hablar contigo. Está en su habitación.

Me tensé ante sus palabras. No me di el tiempo de vislumbrar si aquello le molestaba a Cara, aunque no creo que sea así con tal de saber qué había pasado. Asentí, volteando sobre mi hombro, para mirar a Justin, el cual había tomado asiento en el Living. Él sonrió apenas con sus labios juntos. Le pedí disculpas a través de una mirada que sé que entendería, lo haría esperar ahí solo. Pero tengo que ver a mi mejor amigo.

Subí a la segunda planta, hasta econtrarme con una hilera de tres puertas, la única que tenía una calcomanía de un balón y una iconografía obscena que decía "No molestar, sólo entran chicas", esa obviamente debía ser su habitación. Nunca había entrado en ella. Erick siempre iba a mi casa, a veces pasaba todo el día allí. Casi nunca vengo a la suya. Rodeé los ojos ante las calcomanías, entrando con más humor a su cuarto.

Primero toqué tres veces, aproximando mi oído a la puerta.
-Pase. -Escuché su voz amortiguada atrás.

Entré cautelosamente. Asomándome, vi a Erick sentado contra el respaldo de su cama, alumbrado en la penumbra de su lámpara, entre el olor de su colonia prendido en el aire y la pulcritud de su desorden juvenil. Siseé al ver su rostro golpeado: tenía un corte al final de su ceja izquierda y en su labio inferior, el pómulo hinchado y la mandíbula moreteada.
Caminé rápidamente, me senté al borde de su cama y lo primero que hice fue abrazarlo, delicadamente para no hacerle ningún daño, ya hecho. En el momento en que me recibió en silencio, devolviéndome el abrazo, maldije desde lo más profundo de mi ser a quien sea que lo haya golpeado, aunque yo ya tenía la firme sospecha del culpable.

The Monster (Justin bieber & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora